Madrid, 14 de noviembre de 2025
“… Anhelo conocerle a Él, el poder de su resurrección
y la comunión en sus padecimientos hasta hacerme semejante a él en su muerte,
y llegar a la resurrección de entre los muertos. …”
(Flp 3:10-11)
Queridas Hermanas:
Con la serena certeza de que ya está contemplando el rostro de su Dios y Salvador, damos gracias al Señor por quien fue nuestra Hermana entre nosotras. El pasado día 3 de agosto de 2025, desde la Comunidad “Santa Isabel de la Trinidad” de Yakarta, Indonesia, Dios Padre llamó a nuestra Hermana
Johanna Surbakti
Nacida el 27 de diciembre de 1969, en Sidikalang, Sumatra, Indonesia, era hija de Simón y Veronika de cuyo matrimonio nacieron diez hijos, siendo nuestra Hermana la quinta de ellos. Fue bautizada unos días después, el 3 de enero de 1970, en la Iglesia Parroquial de Santa Virgen María Auxiliadora de los Cristianos de su pueblo natal, donde también fue confirmada el 12 de febrero de 1987.
Comienza su postulantado en Malang, Indonesia, el 4 de noviembre de 1989, donde también inicia el noviciado el 20 de julio de 1991 y hace sus votos temporales el 25 de mayo de 1993. En este mismo lugar hace los perpetuos el 19 de junio de 1999 y celebra sus Bodas de Plata el 19 de junio de 2018.
Mujer fuerte, con extraordinaria fuerza de voluntad, capacidad de trabajo, rapidez, creatividad y llena de iniciativas. Muy pronto empezó a sufrir de achaques de salud; la primera intervención quirúrgica la tuvo a escasos años después de profesar; poco después tuvo accidente de tráfico con la moto que le dejó secuelas… Pero todo ello nunca fue excusa u obstáculo para su entrega alegre, desinteresada, incansable y generosa, a todas las personas a quienes ha servido hasta los últimos días de su vida.
Pasó haciendo el bien a través de su misión en nuestras Comunidades de Indonesia: Malang (Casa Central -primero en Rinjani después Tidar-; Noviciado, Sumatra (Sumbul) y Flores (Kloangpopot). También en Timor Leste – Kupang: Dili (Casa Central – Fatuhada), Bobonaro y Maubara.
Últimamente, en 2020, antes de que su salud se quebrara del todo, formó parte, junto con otras dos Hermanas, de la primera fundación en Brasil, iniciando la presencia de nuestra Congregación en Maceió, Alagoas. Muchas veces compartía el hecho de que, el ser elegida como una de las fundadoras en Brasil, había sido un gran privilegio, porque, después de cien años del plan inicial de Madre Elisea, nuestra Fundadora (Cfr. Cartas 48 y 50), la Congregación había pensado y confiado también en ella para hacer realidad esta fundación que, en sus orígenes, iba a ser la primera fuera de España.
Hna. Johanna mujer todo terreno a la vez fina y detallista, líder innata, muy clara de su deber y exigencias como persona consagrada, con voluntad fuerte y decidida, que sido agraciada por Dios con múltiples talentos y que, desde juniora, ha ejercido diversas labores y responsabilidades, abarcando muchas áreas: superiora regional y local -de muchas comunidades-; ecónoma regional y local -de varias comunidades; secretaria regional; maestra de Novicias, enfermera y directora de clínicas y, ya muy debilitada de salud, mientras podía, participaba en las labores domésticas de la Comunidad.
Hna. Johanna era una religiosa Carmelita con los pies bien puestos en el suelo, que venía de familia que regentaba empresas, por eso tenía ojos sensibles para captar, emprender y llevar adelante obras apostólicas, que además de estar al servicio de las familias que las necesitaban, eran y son a la vez fuentes de ingresos fuertes para la sustentabilidad de la vida y misión de la Congregación, tanto en Indonesia como en Timor Leste.
Era firme, exigente con ella misma y con las demás personas, pero a la vez cercana, de carácter jovial; en cualquier comunidad y apostolado donde se encontraba, conectaba en seguida con la gente; se hacía de querer, como también ella quería, sin hacer distinciones: a los parroquianos, a la gente del pueblo, incluso de la calle y drogadictos. Era veraz y sincera, con sus defectos y virtudes, sabía delegar e involucrar a todas, incluso a las aspirantes recién ingresadas para cooperar y echar mano en todo lo relacionado con la vida misión de cada Comunidad y de la Región donde se encontraba.
Porque no vivía a medias, ni permitió que otras lo hicieran conviviendo con ella, para algunas su simple presencia era incómoda, porque cuestionaba ciertos estilos de vida. Por un lado, era admirada, querida y muy valorada; pero por otro era criticada, temida y evitada. Con el paso del tiempo y las experiencias vividas, tenía la espalda bien ancha y le resbalaba la negatividad de la gente, porque se dejó moldear por Dios, que la iba haciendo ser más comprensiva y paciente con el ritmo de las demás.
Era cercana y muy amante de su familia de sangre; estaba en continúo contacto con ellos, se apreciaban y se cuidaban mutuamente. Unas semanas antes de su partida al Cielo, acompañada de médicos, que son su familia, viajó de Yakarta a Sumatra para pasar unos días con su madre y toda la familia que quedaron muy conmovidos y agradecidos por este acto generoso y valiente de ir a despedirse.
En las últimas semanas de su vida terrenal, parece que intuía que el final se estaba acercando y pidió a su Comunidad que el día de su funeral no fuera un día de tristeza y lágrimas, sino que fuera un día de alegría y de acción de gracias por la vida y la vocación de todas. Ella misma eligió, de entre sus fotos, una donde estaba muy sonriente para presidir el salón donde iba a realizarse los actos litúrgicos en su memoria y quería que fuera siempre recordada sonriendo.
Muchas personas, especialmente las que hemos convivido con ella, sentimos el vacío que ha dejado, pero nos queda el ejemplo y buen sabor de una vida bien vivida, entregada y sacrificada hasta el final. ¡Gracias Hna. Johanna! Descansa y disfruta del precioso lugar que el Señor te tenía reservado desde siempre en el paraíso.
Fabiola Mª Freitas Gusmão, H. Carm.
Secretaria General