Esta es una regla de oro muy difícil de cumplir pero que no falla nunca. ¿Cuánta más humana seria nuestra sociedad si al iniciar la jornada la gente se preguntase qué puede hacer por los demás?
La tristeza hoy reinante en el ambiente viene del egoísmo. Si todo el mundo no piensa más que en si mismo la situación se hace irrespirable, hostil…, porque la codicia y la paz se excluyan mutuamente. En definitiva, conseguimos la felicidad propia en la medida que buscamos la del otro. Solo el otro nos puede salvar. El egoísmo puede producir placer momentáneo, pero no duradera felicidad. La felicidad será siempre el resultado de esta paradoja:
“Encuentro mi propia realización y felicidad en la medida que busco la realización y la felicidad de los demás” No olvides, amigo, esta frase que te decía al principio:”A ver qué cosa buena puedo hacer hoy para los demás”. Procura iniciar así tus jornadas de trabajo.