Experiencias




Experiencia de una convivencia

(Simpatizante de Coríre)

Mi convivencia duró 6 días. El lunes por la tarde, mi mamá me acompañó al convento de las Hermanas Carmelitas. Entramos en él. Yo estaba muy nerviosa. La Hna. Zélia me recibió con un abrazo fuerte. Estuvimos conversando sobre muchas cosas…y eso me tranquilizó un poco. La Hermana nos mostró todo el convento y la capilla. Cuando entré me quedé admirada, pues nunca había visto a Jesús crucificado de cerca. Sentí una gran alegría al entrar a esa capilla. Después salimos y mi mamá se despidió y se fue.

Yo dentro del convento estaba nerviosa, no sabía que iba a hacer. La Hna. Zélia me presentó  a las otras Hermanas: Inés y Altagracia. Luego fuimos  a la capilla otra vez para rezar juntas las Vísperas, que me parecieron muy bonitas. Terminado esto, con la Hermana nos pusimos a conversar sobre qué cosas iba hacer en la convivencia. A las 7pm de la noche fuimos a la Iglesia a participar la Santa Misa.

Al día siguiente, por la mañana, con las Hermanitas rezamos Laudes, tomamos el desayuno y una vez terminado, todas juntas nos pusimos a realizar la limpieza de la casa.

Ese día iba a conocer el trabajo que hacían las Hermanas Carmelitas en Coríre. Con la Hna. Inés, nos fuimos al comedor. Estuve ayudando a las señoras a limpiar las cosas de la cocina y preparamos comidas en el comedor parroquial. Me sentía muy contenta.

En la tarde, con la Hna. Zélia y con otra señora, fuimos a visitar a los enfermos. Visitándolos, tuve una linda experiencia: al ver a todos aquellos enfermos, como que te hace sentir más humano y te hace valorar y reflexionar mucho, porque te pones a pensar que así se podrán poner nuestros padres y hay que darles nuestro amor y no abandonarlos. En la tarde,  la Hna. Zélia me dio una lectura para leerla y reflexionar y luego responder a varias preguntas sobre esta inquietud que tengo de conocer más la vida de las Hermanas Carmelitas.

El miércoles, conocí otro trabajo que hacen las Hermanas Carmelitas: el despacho parroquial con la Hna. Altagracia. También, con la Hna. Inés, nos pusimos a decorar la iglesia con flores para la misa.

Todos los días, por las mañanas, en la capilla, rezábamos Laudes, luego la Hora Intermedia y en la tarde las Vísperas y en la noche las Completas. Aprendí algunas cosas que me ayudaron en mi vida, a ver la realidad de otra forma y siento cómo la misión de las Hermanas Carmelitas toca mucho mi corazón y me atrae.

Mi retiro de discernimiento empezó el jueves. Fue un retiro muy hermoso donde reflexioné mucho. En la mañana, la hermana Zélia me explicó el primer tema sobre “el silencio” y porque era un retiro silencioso, estaba callada. Tenía que reflexionar sobre el tema, no podía hablar. Sentí a muchas cosas; todo era silencioso, solo sentías cómo  el viento soplaba, las palomas volaban, los pajaritos cantaban… En el silencio puedes reflexionar muchas cosas… En cada momento siento el amor de Dios en mi vida.

En el segundo día de mi retiro, me enseñó el segundo tema sobre la “vocación” donde reflexioné sobre si tengo vocación: SI o NO para ser religiosa. El tercer día de mi retiro giró en torno al tema: “Jesús renueva mi vida”. Un tema muy bonito y muy fuerte donde reflexioné lo que supone un cambio en mi vida. Pensé sobre qué estaba haciendo de mi vida y cómo Jesús podía cambiármela. Me decía que dejara todo lo pasado y empezara una nueva vida, pero siempre al lado de Jesucristo, enamorada con él y para siempre, porque Él es el amigo de mi vida.

En la tarde del sábado clausuramos mi experiencia de la Convivencia y de mi retiro. Mi familia vino a recogerme. Cuando los vi, me puse muy contenta y alegre. Luego nos despedimos y les dije a las Hermanas, que las iba a venir a visitar los fines de semana, para  que me siguieran formando y enseñando más sobre Dios.

Cuando salí del convento me sentí diferente, porque yo soy una persona que ha cambiado y que va a estar siempre con Jesús para cumplir las metas que me proponga.

 

Saludos desde Coríre, soy Karen

 

Estimadas Hermanas:

«Tienen en sus manos una carta de alguien a quien no conocen personalmente. El motivo por el cual les escribo es para darles mi más sentido pésame por la muerte de la Hna. Rosmari, a la cual conocí y quise mucho a pesar del poco tiempo que estuvimos físicamente juntas.

Fui alumna de las Carmelitas, del colegio de Elda, desde los 4 a los 13 años. Ahora tengo 44. Cuando fui a estudiar la carrera de Pedagogía en Murcia viví los dos primeros años en la residencia universitaria que ustedes tienen, o tenían, en la calle Cartagena. El verano de mi primer año de carera nos ofrecieron a las residentes la posibilidad de colaborar en un campo de trabajo en un pueblo muy pequeño de Granada, Bácor creo que se llamaba, donde había una pequeña comunidad de hermanas. Decidí ir; era sólo una semana y allí conocí a Rosmari. Era el verano de 1985. Siendo muy distintas, conectamos enseguida. Yo me fui  al caso de la semana, ella se quedó pero se fraguó allí una amistad que continuó hasta ahora. No nos veíamos pero nos escribíamos y tengo cartas y tarjetas de felicitación por navidad. Ella me mandaba una tarjeta más breve; siempre tan falta de tiempo, y yo le contestaba con una carta más larga y le contaba qué había sido de mi vida en el último año.

Ahora tengo cuatro sobrinos que van a las Carmelitas y algunas tardes los recojo yo del cole. Dieron a los niños el lunes 20 de febrero una nota comunicando a las familias el fallecimiento de las tres hermanas en el accidente. Saqué la notita de una de las mochilas como siempre que sacar algo y fue cuando lo leí. No me lo podía creer. Luego supe que iban a Tales. Yo también estuve allí el verano siguiente en unos ejercicios espirituales. También estaba Rosmari y compartimos muchos momentos que fueron, como he leído en carta suya, una bendición del Señor. Siento mucho su muerte y no puedo expresarles con palabras mi tristeza. Sé que ella no quería que estuviera triste pero, aunque sé  que ya está con el Señor, al que tanto quería, y quizá por lo repentino y por cómo ha sido, todavía se me saltan las lágrimas cuando pienso en ella. Todos los días tengo un momento para pensar y rezar por ella porque la quise mucho. Fue una persona muy importante en mi vida, ella no era consciente de ello pero me enseño a amar al Señor mucho y eso no lo he olvidado nunca. He recordado momentos que pasamos juntas con las demás hermanas, con Lázara, lo que nos reímos y creo que fui muy afortunada.

También conocí a la hna. Margarita, que era maestra de novicias, su voz cantarina, siempre estaba alegre. Rosmaro la quería mucho y se han ido juntas.

Sólo quería que supieran cuánto siento su muerte. Supongo que ustedes también la echarán mucho de menos. Rezo por ella todos los días. Desde que supe que había muerto tuve la necesidad de escribirles y decirles esto, que sé que no es mucho, pero sólo quería que supieran que aquí en Elda hay una persona que conoció a Rosmari, que tuvo la suerte de tenerla por amiga, que la recuerda con un cariño inmenso y que la quiere.

Les mando a todas ustedes un fuerte abrazo. ¡Ánimo y a seguir adelante!»

N.N (Elda)


“Una comunidad al cien por cien internacioanl” 

 

Desde que nuestra Congregación se pronunció fuertemente a favor de la Internacionalidad, he estado deseando que la comunidad a la que perteneciera fuera no al 60 % ni al 80 % sino al 100% Internacional.

El Señor ha escuchado mi súplica y puedo decir con Simeón: “ahora Señor puedes dejar a tu sierva irse en paz”.

Somos 5 Hermanas y cada una de un país distinto: España, Timor Leste, Perú, Indonesia y República Dominicana.

No puedo dejar de expresar el gozo y la alegría que sentí cuando al ir a buscar a las 3 Hermanas de Timor Leste y Indonesia y verlas en suelo Peruano, fue algo especial y no fácil de explicar; ni deseo colmado, no solo en una comunidad, sino en las otras 2 que tenemos en Perú cuyas procedencias son: España, Puerto Rico, Indonesia y Perú.

Tengo que manifestarles al Señor y a nuestra Madre la Virgen un especial agradecimiento. Veía esto tan difícil; pero tal vez me olvidé que “para Dios nada es imposible”. 

Veo como las Hermanas Timorense e Indonesias se han integrado en las comunidades, van aprendiendo el idioma, las costumbres, realizan las tareas propias de la misión, en fin parece que llevaran años acá.

Las percibo felices y con deseos de colaborar al máximo en todo. Ya saben tomar carros y llegar sin perderse a su destino, ir de compras al mercado, conocen la moneda, participan en los grupos parroquiales, visitan enfermos, acompañan en los comedores, son “muy moscas”, en el sentido Peruano, es decir: no se dejan engañas fácilmente, son hábiles. Son expertas misioneras.

En el caminar diario a veces nos enredamos como gato en un ovillo de lana.  Por ej. “me toca la cocina, ¿me puedes traer camote (Perú), boniato (España), fehuk midar (Timor), batata (Rep. Dominicana). ¿Qué haces pues?, buscar un ejemplar del mismo en la despensa y resuelto el problema. Lo mismo ocurre con el choclo = maíz = batar nurak.

Hna. Carmen Mª Alcántara
Perú