Hna. Mª Luisa Zaragoza Garrido

        Madrid, 25 de agosto de 2011

        

 “Venid, benditos de mi Padre; heredad el reino  preparado  para  vosotros desde la creación del mundo”.
( Mt 25,35)

Queridas Hermanas:

Os comunicamos que en la madrugada del día 22 de agosto del presente año, desde la Comunidad de Casa–Madre, Orihuela, nos dejó para gozar en la presencia de Dios Padre, nuestra Hermana

Mª LUISA ZARAGOZA GARRIDO

Nació en Callosa de Segura (Alicante), Diócesis de Orihuela, el día 20 de octubre de 1923. Hija de Luis y de Saturnina, matrimonio de profundas raíces cristianas, a quienes el Señor le  concedió 10 hijos, nuestra Hermana ocupaba el 7º lugar. Fue bautizada en la Parroquia Arciprestal de San Martín Obispo, de su pueblo natal, con el nombre de Pilar y confirmada el 15 de abril de 1928 en el mismo lugar.

El párroco de su pueblo corroboró su vocación comunicando que la joven Pilar vivía los valores cristianos, era de comunión diaria y era fiel a sus compromisos religiosos.

Ingresó en la Congregación el 1 de febrero de 1943 en Orihuela, iniciando el noviciado el 4 de septiembre de 1943. Emitió su primera profesión el 7 de septiembre de 1944 y la perpetua el 24 de septiembre de 1950 en Orihuela. Las bodas de Plata las celebró el 7 de septiembre de 1969, en Badajoz.

Su misión apostólica fue siempre la enfermería, estando bastante tiempo atendiendo a los enfermos en el quirófano.  Pasó por las comunidades de la Clínica Platón de Barcelona, Clínica de  San Sebastián, Sanatorio  de la Purísima de  Granada, regresa a la Clínica Platón de Barcelona, después va a Badajoz, al Sanatorio 18 de julio. Vuelve a la Clínica Platón de Barcelona, pasando más tarde  a la Clínica  San  Luca  en  Roma; a continuación fue a la comunidad de Murcia, Acogida, estando solamente un año y seguidamente es trasladada a Paradas (Sevilla),  hasta  que  en el 2008   es  destinada a  Orihuela, Casa Madre, donde permaneció tres años. Aquí la llamó el Señor y se la llevó al cielo.

Hna. Mª Luisa realizaba su misión desde la razón y desde el corazón. Era una Hermana fuerte de carácter, pero con mucho, superaba su amor abnegado y gratuito.

Fue un ejemplo de servicio. Trabajó durante el tiempo que estuvo activa con gran eficacia y entrega. Más tarde cuando no pudo hacerlo en clínica por estar jubilada, siguió prestando su apoyo a las Hermanas mayores en Casa Madre, siendo de gran ayuda en la enfermería hasta que sus fuerzas se lo permitieron. Incluso pasó muchas noches al lado de las enfermas graves, a pesar de sus 86 años.

Su habitación era un mini consultorio, allí acudían las Hermanas a pedirle pequeños servicios: una calmante, otra iba a compartir sus dolencias… seguras de que serían atendidas y escuchadas.

De sus escritos. La Palabra está en mi interior. A veces no escucho lo que Dios dice dentro de mí. Señor: haz que siempre y en todo vea como tú estás dentro de mí y que todo lo vea orando en silencio…Dios está en “mi orar en silencio”. Para escuchar la voz de Dios que habita en mí, tengo que despojarme; así Cristo entrará en mí.

El Señor me pide que ame, sea quien sea. Señor, aquí me tienes como cántaro vacío. Haz que yo sepa escucharte en todo lo que me pides cada día.

María, enséñame a estar siempre en la presencia de tu Hijo

Durante la Cuaresma de este año, 2011, se le presentó una obstrucción de colédoco que le hizo sentir dolores insoportables, pero esperó a que pasara el día de Pascua de Resurrección para ir al médico, viendo que su internamiento en el Hospital era seguro. Los médicos agotaron todas las posibilidades para su recuperación, pues el proceso se fue complicando y era irreversible.

Pasó cuatro meses de sufrimiento y purificación, consciente, como buena enfermera, de que no tenía solución y que esta enfermedad la llevaría a gozar eternamente al cielo con nuestro buen Padre Dios.

Cuando llevaba dos meses en el Hospital, ya en estado de gravedad, pasó varios días diciendo: “Me voy con la Virgen, me voy con la Virgen. Hizo cantar a las Hermanas que le acompañaban los cantos que quería le cantasen en el funeral: María Mater Gratiae, Veni sponsa Cristi y Al atardecer de la vida…

Finalmente entregó su alma al Señor, llena de frutos que seguro le han merecido alcanzar los bienes del cielo.

Un abrazo para todas