Hna. Asunción González Dominguez

Lo principal es que estemos muy unidas en la  oración y ser muy de Dios…
y lo demás se nos dará por añadidura,
si nos creemos que todo es obra nuestra nos engañamos,
pero si vemos que solo somos el medio o  instrumento
que el Señor pone, conseguiremos realizar el fin …

(frase extraída de una de sus carta fechada el 25-5-73)

 

Queridas Hermanas:

Con las palabras de su carta dirigida a una Hermana, escrita en Platón (Barcelona), empiezo esta necrología. Desde la Comunidad “Ntra. Sra. de la Providencia”, en Tales (Castellón), el 12 de enero de 2018, nuestro Padre Dios llamó a nuestra Hermana,

Mª de la Asunción Gonzalez Dominguez

Nacida en Corte de Peleas (Badajoz), el 2 de septiembre del año 1925, era hija de Aureliano Gonzalez y Carmen Dominguez, de cuyo matrimonio nacieron seis hijos, siendo nuestra Hermanas la tercera de ellos. Fue bautizada el día 21 de octubre de 1925, en la Iglesia Parroquial de Santa Maria Egipcíaca de Corte de Peleas (Badajoz) y confirmada dos años después, el 4 de octubre de 1927.

Comienza su postulantado en Orihuela, el 10 de mayo de 1952 y en el mismo lugar inicia su noviciado el 21 de mayo de 1953. También allí profesa el 15 de junio de 1954 y hace sus votos perpetuos el 22 de septiembre de 1960. Celebró sus Bodas de Plata el 15 de junio de 1979 en Roma, en las Catacumbas de S. Calixto, y las Bodas de Oro en Tales el 20 de julio de 2004.

Toda su vida en la Congregación estuvo dedicada tanto al cuidado de los enfermos como al servicio de las comunidades como Superiora Local; igualmente ejerció el cargo de Delegada Regional de Cataluña-Francia desde 1970, cuando se erigieron las Delegaciones en España, hasta 1975. Estuvo en las Clínicas de Tarrasa y

Platón (Barcelona); Roma (Italia) y Tales (Castellón; aquí permaneció desde 1986 hasta que nuestro buen Dios la llevó consigo.

Las muchas hermanas y empleados que la conocieron o que convivieron con ella la definen como un “persona toda de Dios y llena de Dios”. Toda su vida hablaba de Dios. Para muchos:

  • era una Hermana que irradiaba mucha paz y serenidad … en su caminar, en sus gestos, en su hablar. Mujer de paz que tejía cada día desde lo pequeño, con sus minuciosos gestos.
  • era un testimonio de entrega generosa, su vida fue una ofrenda agradable a Dios. Era fiel en lo pequeño, en el día a día, atenta a la revelación de Dios, sabía descubrir su voluntad en lo cotidiano.
  • era una persona muy humilde que sabía guardar silencio, callar y aceptar. Siendo Superiora en Roma, dio ejemplo de humildad y acogida. No hizo problema, en los principios, en cuanto al idioma, supo suplir con sus gestos y bondad,  prueba de ello es que después de muchos años la siguen recordando tanto el personal de la dirección como el de la clínica. Su actitud como mediadora le hizo superar y hacer frente a los problemas, manteniendo el equilibrio y sosiego ante los problemas y dificultades, a veces difíciles,  que se presentaban siendo dueña de sus reacciones.
  • sabia guardar “silencio” ante cualquier dificultad que le confiaban, era la mujer confidente y prudente.
  • siempre ha sido sencilla y natural, nunca fingía en nada. Amaba la  comunidad y la vida comunitaria. Era el apoyo de todas. Ha sido con su delicadeza, la hermana que se preocupó de la familia de las Hermanas y de los empleados, preguntando siempre por ellos. No se acostaba ninguna noche sin antes ver a las Hermanas ancianas y enfermas.
  • sabía escuchar sin juzgar. Nunca reflejó superioridad en nada y siempre resaltaba lo bueno de cada persona. No creía en los malos informes. Siempre veía el lado positivo de los acontecimientos. Jamás de su boca ha salido alguna crítica. 
  • siempre ha sido como un ángel: “muy completa”, muy noble y muy sincera. Todas las personas que se acercaban a ella con agobios, salían edificadas.
  • en este periodo de enfermedad ha sido una santa. A la hora de verse privada de todo- por su caída -, hizo el “paso” con mucha elegancia y ejemplaridad sirviendo a la comunidad en todo aquello que sus fuerzas le permitían, siempre alegre y gozosa en todo aquello que podía aportar. Tenía muy claro que nuestra vida  es de paso, por eso vivía despegada de todo. Su sufrimiento era siempre reparador. El bien del otro está por encima de todo. En ningún momento quiso dar trabajo. Supo aceptar  incondicionalmente a la voluntad del Padre, sin quejarse aunque tuviera motivos sobrados para ello. La bondad y mansedumbre eran el adorno de su casa. En su debilidad supo mostrar la fuerza de Dios.
  • Su muerte fue la ratificación y conformación de lo que fue su vida. Murió como había vivido con paz y en silencio. Ha dejado mucha paz y nos quedamos con la huella de que  “pasó por esta vida haciendo el bien a  todos”. Confíamos en su intercesión desde el cielo.

Vamos a empaparnos de algunos retazos de sus escritos, que nos ayudarán a vivir con integridad nuestra consagración, como ella:

  • Hacer todo lo que me desagrade por amor a Jesús, buscando siempre el fin para el que he sido creada”.
  • Seré muy fiel en la observancia de la Regla y Constituciones”.
  • Jesús, que yo tome siempre como modelo a la Virgen”.
  • “¿Qué sentido puede tener la vida de una consagrada sin vivir el ambiente de Dios? Tengo que saborear a Dios, hacer experiencias de Dios. Si he respondido a la respuesta del AMOR, tengo que ser alma de oración. O se ora, o se muere”.
  • Al tener que corregir, no hacerlo sin antes haber orado y siempre hacerlo con amor y quitando importancia a las cosas, pero nunca dejar de hacerlo”.
  • La tibieza enfría el gozo y la ilusión, hace imposible la oración. El daño que hace el alma tibia en una comunidad, es funesto”.
  • El verdadero secreto de la felicidad consiste en exigirse mucho a sí ima y muy poco a los demás. No hay más que una manera de ser feliz: vivir para los demás. La felicidad no es un premio, sino una consecuencia”.
  • El Espíritu  Santo viene y no sé qué va a hacer conmigo, pero yo estoy esperando con las puertas abiertas. La actitud de espera es siempre actitud de pobreza”.
  • Si yo creo que poseo a Dios y no lo doy, no lo poseo. Si hay amor en mi corazón, descubriré las necesidades de los demás”. La autoridad si no es servicio, no es autoridad”.
  • Un alma consagrada tiene que vivir con integridad la pobreza; que su corazón esté siempre abierto a todos los hombre. Para ser pobre tengo que ser mansa y humilde”.
  • Manso es el que sabe doblarse pero sin romperse. El rebelde abandona; el manso lucha y persevera”.
  • Cuando mis pies estén para dar un mal paso que piense enseguida en los tuyos clavados en la cruz. Señor; cuando el dolor por la enfermedad se haga insoportable pasarlo, que piense en tu pasión y muerte y tome el calmante de ¡todo sea para Ti!”

Demos gracias a Dios por el don de la vida de nuestra buena Hna. Asunción, que ya está gozando de la Presencia de Dios y que sigue intercediendo por todas nosotras.

Feliz Fiesta de Nuestra Señora de la Altagracia y sigamos  rezando las unas por las otras. Recibid un saludo de hermana en el Carmelo,