Hna. Carmen Guillén Jover

“…aunque la certeza de morir nos entristece, nos consuela la promesa de tu futura resurrección”.
(Cf. Prefacio I de Difuntos)

 

 Queridas Hermanas:

Os comunicamos que el 22 de Junio, desde la Comunidad Orihuela (Alicante), Casa Madre, pasó a estar en los brazos del Padre, nuestra Hermana

CARMEN GUILLÉN JOVER

Nació en Monovar (Alicante), el día 18 de Junio del año 1919. Hija de Pedro y Carmen. Fueron tres hermanos, siendo nuestra Hermana, la primogénita. Fue bautizada en la parroquia de “San Juan Bautista” de su pueblo natal, el 22 de Junio del mismo año, con el nombre de Carmen Dolores María y confirmada en la parroquia de “Santa Ana”, de Elda (Alicante), el 7 de Noviembre de 1927.

D. José María Amat Martínez, cura-ecónomo de la parroquia de Santa Ana de Elda, a la que pertenecía nuestra hermana, escribía sobre ella (11 de Enero de 1949): “La Srta. Carmen Guillén Jover, de 29 años de edad, soltera, natural de Monovar y feligresa de Elda…ha observado siempre buena conducta moral y religiosa, cumpliendo en todo como buena cristiana, dando señales de sentir vocación al estado religioso, estando en ello muy conformes sus padres”.

Comienza su postulantado el 1 de Febrero de 1949 en Orihuela y el noviciado en el mismo lugar, el 13 de Marzo de 1950;  también aquí hace su Primera Profesión el 19 de Abril de 1951, y la Profesión Perpetua  el 12 de Septiembre de 1957. En Granada celebraría sus Bodas de Plata, el 12 de Abril de 1976 y en Casa-Madre, Orihuela, las de Oro, junto con las HH. Mª del Carmen Sánchez Caro y Patricia Miñano, el 13 de Octubre del año 2001, cuando se celebrara también los 750 años de la entrega del Escapulario a San Simón Stock.

Estudió enfermería en Valencia, titulándose en Octubre de 1951. Y desde esa fecha, su servicio en la Congregación ha ido de la mano de la atención a los enfermos. Así lo hizo en el Sanatorio de “Sta. Rosa”, en Valencia, en Grottaferrata (Roma-Italia), en Granada, Pedreguer (Alicante), Aspe (Alicante), Residencia de S. Juan en Alicante y Abarán (Murcia).

En este último lugar, solicitadas por la Junta del Patronato, aunque la Comunidad se retiró en Junio de 1990, quedaron como presencia religiosa carmelita las Hnas. Carmen Guillén y Flora Bernal hasta el 29 de Octubre de 1994. Durante estos años atendieron espiritualmente a los ancianos de la Residencia “Santa Teresa” y a los enfermos del pueblo. Tanto los miembros del Patronato, como la gente del pueblo les tenían gran aprecio y las recordaban con gran estima.

A pesar de su dedicación principal a los enfermos y ancianos en centros institucionalizados, también estuvo atendiendo un dispensario que los PP. Carmelitas tuvieron en Madrid durante los años sesenta y principios de los setenta. Otro de sus servicios fue en el Obispado de Orihuela- Alicante, atendiendo al Obispo de la citada diócesis.

El 29 de Octubre de 1994, llegó a la Comunidad de Casa Madre, en Orihuela, bastante limitada y enferma, aunque hacía vida normal y ayudaba cuanto podía en los trabajos de la comunidad, dentro de sus posibilidades.

En unos breves apuntes que guardaba de los Ejercicios Espirituales del año 2008 escribe algunos propósitos:

  • Buscar, con la ayuda de Dios, todo lo que de alguna manera me haga crecer en su amor”. “Amar a todos con el amor que se merecen, viendo en cada uno su parte positiva procurando estar atenta a sus necesidades, en cuanto me sea posible”.
  • “Amar a María, con amor de hija hacia tan buena Madre, para conocerla mejor”.
  • “Disimular y perdonar los fallo de los demás sin hacer comentarios…”
  • “Mayor interés por cumplir las Constituciones”.
  • “Espero de Jesús y María que Ellos sean mis consejeros en cada caso. Contando con tan buenas ayudas. ¿Cómo pueden no ayudarme quienes tanto me aman?”.

Hasta pocos días antes de su muerte, conservando la lucidez, pese a sus casi 97 años, siempre se mostró muy fiel a sus deberes religiosos. Era muy respetuosa y educada, interesándose mucho por los demás.

Cuando aún no estaba en la enfermaría le comentó a una Hna.: “No oigo ni veo, pero esto es lo que el Señor quiere para mí, lo acepto como voluntad de Él”. Y a otra Hna., unos 15 ó 20 días antes de su fallecimiento, cuando ya estaba en la enfermería le dijo conscientemente: “Si esto es lo que el Señor quiere ahora de mí, que se haga su voluntad y bendito sea”.

Unidas en el Carmelo, damos Gracias a Dios por la vida de esta hermana entre nosotros y le pedimos a ella, que interceda por nosotras desde el cielo.