Hna. Clara Tomás Fornés

Con AMOR eterno te he amado”
(De sus Bodas de Oro)

 

Queridas Hermanas:

Os comunicamos que el 14 de Mayo, fiesta de S. Matías, apóstol, desde la Comunidad de la Residencia de San Juan, en Alicante, Dios Padre llamó a nuestra Hermana

CLARA TOMÁS FORNÉS

Era hija deVicente y Clara María. Nació en Pedreguer (Alicante) un 8 de Abril de 1924. Fue bautizada en la parroquia de La Santa Cruz de su pueblo natal, el 10 de Abril de 1924, con el nombre de María y confirmada en el año 1927 en la misma iglesia de Pedreguer.

Comienza su postulantado en la Clínica de Santa Rosa, en Valencia, en Noviembre de 1943 y, en Orihuela, en nuestra Casa Madre, el noviciado, el 21 de Septiembre de 1944. También allí profesa un 25 de Septiembre de 1945 y el 31 de Diciembre de 1950, Año Santo, hace sus votos perpetuos. Sus Bodas de Plata las celebró en el año 1970 y las de Oro, el 9 de Julio de 1995 en Casa Madre, junto con otras Hermanas, que también celebraban las Bodas de Oro y de Plata.

D. Enrique Bernabéu Alcaráz, cura párroco de la Iglesia de la Santa Cruz de Pedreguer, escribe de nuestra Hermana, reconociendo en ella claras muestras de vocación religiosa, lo siguiente: “…ha observado en todo momento y en todos los órdenes una conducta ejemplarísima, por lo tanto en perfecta consonancia con la vocación al estado religioso al que se siente llamada por Dios”. Nuestra Hna. Clara, en esta época, María, tenía 20 años.

Toda su vida en la Congregación estuvo dedicada, principalmente, al cuidado y atención de los ancianos, aunque también estuvo en la cocina y en el lavadero, en alguno de los lugares por los que pasó: Seminario de Orihuela (Alicante), durante unos meses; Villanueva de la Serena (Badajoz), Pedreguer (Alicante), Tales (Castellón), muy poco tiempo, y la Residencia de San Juan de Alicante, a la que fue trasladada cuando se cerró la Residencia de Pedreguer y en la que ha estado hasta su muerte.

Como bien se indicaba en el librito que se editó con motivo de las Bodas de Plata y Oro que realizaron varias Hermanas en Casa Madre, una de ellas, la Hna. Clara, el 9 de Julio de1995, su vida estuvo cuajada de momentos de alegría, y también de dolor y sufrimientos, pero siempre con esa presencia del Señor que la acompañó hasta el fin de sus días entre nosotras: “Durante todos estos años, todas hemos experimentado las muchas dificultades que traen consigo los signos de los tiempos, pero en medio de ellas, Dios ha ido trazando el camino para que hayamos vivido nuestra vida religiosa hasta este momento, con gratitud y alegría. Hemos experimentado que Dios ha estado siempre con nosotras” (De la Monición de Entrada del folleto de sus Bodas de Oro).

Desde la Residencia de S. Juan, nos llegan estos bonitos testimonios que nos ayudan a acercarnos, un poco más, a lo que fue su vida: “La Hna. Clara era una persona muy querida por todos los que la conocían. Muy trabajadora y sacrificada, era una hermana ejemplar. No le gustaba hablar mal de nadie y cuando veía a alguna hermana o empleada hablar o hacer comentarios negativos, siempre salía al paso para decir que estaba feo hablar cuando las personas no estaban delante. Según comentan algunas hermanas era muy orante, le gustaba pasar largos ratos con el Señor. Amaba mucho a la Congregación y también a su familia, muestra de ello lo hemos podido ver nosotras, pues en el entierro nos sorprendimos al ver a tantos familiares como se hicieron presentes, cuando no suele ser lo más habitual.

Hemos vivido muchos años con la Hna. Clara cuando no podía expresarse, ni decir nada por su enfermedad, pero el testimonio que deja en la Comunidad y Residencia es grande. Todos los empleados querían arreglarla o darle la comida pues irradiaba una gran paz y su mirada limpia y pacífica, aleccionaba. Su sufrimiento silencioso, y labrado, seguramente a lo largo de toda su vida, nos ha hecho reflexionar a más de una para vivir y ser toda del SEÑOR. Creemos que para eso vivió nuestra Hna. Clara”.

Mi corazón siempre está en Dios, yo procuro estar siempre en oración y hacer todo el bien que pueda”. Que esta “lección de vida” de las palabras que escribió nuestra Hermana Clara en una de sus cartas, nos ayude a ser fieles a la vocación recibida, viviendo en Obsequio de Aquel que nos llamó, “a cada una de nosotras desde lugares y momentos distintos”, como rezamos a diario en la Oración por el XX Capítulo General.