Hna. Eufrasia Rubio Navarro

“75 años de saborear la fidelidad del Señor y darme las fuerzas
para que yo le siga con toda mi alma durante la vida” …
(Eucaristía Bodas de Diamante, 21 de diciembre de 2019)

 

Queridas Hermanas:

Con las palabras de su boca en la bonita y familiar celebración de acción de gracias por sus 75 años de profesión religiosa en la Congregación, empiezo esta necrología.

Desde la Comunidad “Ntra. Sra. del Carmen” de Orihuela, Casa Madre, el día 16 de enero de 2020, nuestro Padre Dios quiso llevarse con Él a nuestra Hermana,

Andrea Rubio Navarro
En religión, Eufrasia

Nació en Alquerias (Murcia), el 10 de septiembre del año 1925. Era hija de José y Mª Concepción, de cuyo matrimonio nacieron cinco hijos, siendo nuestra Hermana la tercera de ellos. Fue bautizada a los tres días de su nacimiento, el 13 del mismo mes, en la Iglesia Parroquial de “San Juan Bautista” de su pueblo natal, donde también fue confirmada unos  años después.

Entró en la Congregación el año 1940, cuando contaba 15 años, en Orihuela, donde este mismo año, el 17 de diciembre, comenzó su postulantado. También en Casa Madre inició el noviciado el 26 de abril de 1943; profesó el 21 de  mayo de 1944 e hizo sus votos perpetuos el 24 de septiembre de 1950. Celebró sus Bodas de Plata el 21 de mayo de 1969 en Tolosa (Guipúzcoa) y las Bodas de Oro el 21 de mayo  de 1995, en Orihuela, donde también celebró las Bodas de Diamante, el pasado 21 de diciembre de 2019.

Era auxiliar de clínica y cursó gereatría, pero durante su vida en la Congregación, estuvo dedicada a diferentes apostolados, según las necesidades que había en las distintas comunidades por donde pasó: al cuidado de los niños, de los ancianos, de los enfermos. También se dedicó a los trabajos de la casa, de la cocina, etc. Estuvo en las

comunidades de Cieza (Murcia), Pedreguer (Alicante), Fuente de Cantos (Badajoz), Paradas (Sevilla), Valencia, La Haba (Badajoz), Villanueva de la Serena (Badajoz), Colegios de Murcia y Alicante, Abarán (Murcia), Barcelona, Tolosa (Guipúzcoa), Velez Mälaga, Aspe (Alicante), Murcia (Casa de Acogida) y finalmente, en Orihuela, Casa Madre. Aquí permaneció desde diciembre del 2017,  hasta que nuestro buen Dios se la llevó consigo.

Las muchas hermanas y personas que la conocieron o que convivieron con ella la definen como una buena religiosa: trabajadora, responsable, con gran sentido del deber y muy cercana a la gente. Toda su vida estuvo marcada por su amor a Dios y al projimo. Era muy agradecida y sensible, se emocionaba fácilmente hasta las lágrimas por la atención y cariño de los demás para con ella.

Era consciente del gran regalo que le hizo Dios al celebrar 75 años de vida consagrada ya que es un acontecimiento que muy pocas personas pueden celebrar. Se sentía dichosa de poder acoger, agradecer y celebrar las maravillas obradas por Dios en su vida y, a través de ella, a lo largo de tantos años, en los que conservó su lucidez mental hasta el final de sus días.

Entre los datos que dan de ella y podíamos citar, escogemos resumidos algunos de su propio testimonio sacados de las palabras pronunciadas al final en la Eucaristía de sus Bodas de Diamante:

Celebrar las Bodas de Diamante de vida consagrada es seguir diciendo, aquí estoy Señor para hacer tu voluntad. Gracias por la invitación a continuar el Proyecto de vida y de amor a Dios y a los hermanos. Agradezco a mis padres por haber impregnado profundas raíces de fe en mi corazón; a la Congregación por su riqueza espiritual de la que he bebido la frescura de sus manantiales; a todas las Hermanas con quienes he compartido la vida.

Gracias a la Comunidad de Casa Madre, en donde ahora me encuentro, una comunidad donde se respira aire fresco, donde se facilita el encuentro con Dios y con las hermanas; agredezco a cada hermana de la comunidad por el derroche de cariño, esfuerzo y atenciones para que este evento salga de la mejor manera. Gracias también por las atenciones a nuestros familiares y amigos; ellos están muy agradecidos.

Con el corazón le digo a Dios  que no siento que la vida se escapa, sino que estoy en paz; ni tengo prisa, pero al mismo tiempo siento una creciente comprensión hacia todos y con mucha  alegría puedo decir con María: “Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador”.

Gracias, Hna. Eufrasia, por el testimomio de reconocer y vivenciar la fidelidad del Señor en el sí gozoso de cada día durante tus muchos años de vida consagrada. Nos sentimos dichosas y damos gracias a Dios por tenerte como hermana y por haber compartido contigo la vida durante largos años. Tenemos la certeza de que ya estás gozando con tu Señor y desde el cielo intercedes por tu Congregación. Descansa en paz.