Hna. Hilaría Martínez Hoya

Madrid, 14 de Octubre de 2013

 

 “Los que confían en él comprenderán la verdad y los que son fieles a su amor
permanecerán a su lado…” (Sab 3,9)


Queridas Hermanas:

Os comunicamos que el 10 de Octubre, desde la Comunidad de Casa Madre, en Orihuela (Alicante), nos dejó para gozar eternamente de la presencia de Dios Padre, nuestra Hermana

HILARIA MARTÍNEZ HOYA

Nació en Montillana (Granada) el día 31 de Marzo de 1927. Sus padres, Federico e Hilaria, tuvieron 7 hijos, siendo nuestra hermana, la sexta de los hermanos. Fue bautizada con el nombre de Francisca y confirmada, a los pocos días de nacer, en la iglesia parroquial de “Santa Ana” de su pueblo.

Ingresó como postulante en la Congregación el 3 de Marzo de 1948 en el Sanatorio de la Purísima de Granada. En Orihuela, inició el Noviciado el 16 de Septiembre de 1948, emitiendo su Primera Profesión el 17 de Septiembre de 1949 y la Perpetua el 22 de Septiembre de 1955, ambas en Casa Madre.

Formó parte de las comunidades del Seminario Diocesano y de La Haba en Badajoz; Caudete y El Bonillo en Albacete; Nápoles (Italia), Tortosa (Tarragona), Sanatorio de “La Paloma” en el Palmar (Murcia), Clínica de Monserrate en Orihuela y de Platón en Barcelona; Residencia universitaria carmelita en Zaragoza, Benavila (Portugal), Granada Parroquia y Granada –Acogida. Finalmente, ya enferma y muy limitada, en Casa Madre, Orihuela (Alicante).

Fue cocinera, atendió ancianos, estuvo dando clases a niñas, se encargó de capillas, lavaderos, comedores y compras; costura, visita a enfermos y atención a parroquias…siempre “a la sombra”, pero siempre mirada por Dios.

Como ella decía, las “actividades a las que prefiere dedicarse” eran las que “hacía en el momento presente”, aunque consideraba una habilidad particular suya las labores o costura, para lo que había adquirido el título de Corte y Confección en Madrid en 1976.

Su preocupación constante era ser fiel a su propia conciencia y así lo refleja en uno de sus escritos: “es preciso que haga lo que debo hacer según mi conciencia, iluminada por el Evangelio, digan lo que digan”.

Muy preocupada por las necesidades de los demás, tenía una sensibilidad extraordinaria por los más necesitados; no escatimaba esfuerzos, ni en ejemplos de atención con ellos, siempre dispuesta a aliviar un dolor o enjugar una lágrima. Baste “un botón como muestra” ocurrido cuando ella estaba en Granada: Le regalaron unos zapatos, porque los suyos ya estaban muy gastados. La señora que se los regaló, cuando la siguió viendo con esos zapatos, le preguntó que por qué no se los ponía y la Hna. Hilaria le iba dando largas en su contestación…Al cabo del tiempo de insistir la señora, la Hermana le confesó que había visto a una mujer pobre que los necesitaba más que ella y se los había dado.

Las personas que han trabajado o se han relacionado con ella, la recuerdan con gran cariño, siendo para muchos de ellos una auténtica madre por su dedicación y atención. Fue una hermana a la que se podía recurrir en las dificultades y problemas.

Los últimos meses de su vida los vivió con gran serenidad, y así también pasó a la Casa del Padre, como quien se duerme en el Señor.

Unidas a nuestros hermanos beatificados en Tarragona y en este Año Albertino, un abrazo en el Carmelo,