“Para mí, la oración es un impulso del corazón,
una simple mirada dirigida al cielo…”
(Santa Teresa de Lisieux)
Queridas Hermanas:
Os comunicamos que el 12 de febrero, desde la Comunidad de Casa Madre en Orihuela (Alicante), el Señor llamó, para estar más íntimamente unida a Él, a nuestra Hermana
INES DE JESÚS LEDESMA BERNAL
Nació en Fuente de Cantos (Badajoz), el 5 de noviembre de 1928. Hija de Celedonio y Ciriaca de cuyo matrimonio nacieron siete hijos, siendo nuestra Hermana la sexta. Fue bautizada en la Parroquia “Nuestra Señora de la Granada” de su pueblo natal con el nombre de Leonarda Teresa, el 6 de enero de 1929 y confirmada, por D. José María Alcaraz y Alenda, obispo de Badajoz, el 23 de octubre de 1940.
Comienza su postulantado en Paradas (Sevilla) el 21 de septiembre de 1946 y su noviciado en Orihuela, Casa Madre, el 21 de junio 1947. También en Casa Madre profesó el 1 de julio de 1948, hizo sus votos perpetuos el 27 de septiembre de 1954 y celebró sus Bodas de Plata el 1 de julio de 1973. En Villanueva de la Serena celebró sus Bodas de Oro, el 26 de septiembre del año 1998.
Aunque era auxiliar de clínica, su vida estuvo dedicada no solo a los enfermos, sino también a otros apostolados a los que la Congregación la destinó. Desde 1948 hasta 1967 estuvo en la comunidad de Bigastro (Alicante) dedicada a la enseñanza, a la vez que ayudaba en la parroquia como sacristana. De 1967 hasta 1973 vivió en la Comunidad de Tarrasa trabajando en la Farmacia y como Sacristana. De 1973 hasta 1978 fue destinada a la comunidad del Sanatorio de la Purísima de Granada, donde trabajaba en la Farmacia y en la administración, además de ser sacristana. De 1978 a 1979 estuvo en Fuente de Cantos donde atendió a los ancianos y también a la sacristía. Después fue trasladada de 1979 a 2010 a la comunidad de Villanueva de la Serena, donde ayudaba en la Guardería, trabajaba en la parroquia y era sacristana. Ya delicada de salud, fue trasladada a la comunidad de Tales y el año 2011 pasó a Orihuela, Casa Madre, donde el Señor la llamó para que estuviera más cerca de Él. Durante el tiempo que ha vivido en Casa Madre, ya muy limitada, no se le oía una queja. Muy paciente y sufrida, si podía, esbozaba una sonrisa a cualquier estímulo. Si le tomabas la mano, te la apretaba como queriendo expresar su gratitud de algún modo, pues no podía hablar. Fue siempre una religiosa que vivió con gran fidelidad todas las exigencias de la vida consagrada.
Era una persona entrañable, muy cariñosa, acogedora, atenta, sencilla y humilde, muy trabajadora, callada, silenciosa y delicada en su comportamiento. Una mujer muy buena, orante, piadosa, comunicativa y muy entregada al Señor. Por donde fue pasando, además de los trabajos que tenía, siempre sentía una dedicación especial hacia los pobres y familias desestructuradas, buscando los medios para poder ayudarlas en sus necesidades básicas, además de visitarlos frecuentemente. Le gustaba mucho leer. Era una enamorada de Santa Teresita de Lisieux y le brillaban los ojos cuando hablaba de su vida. Muy entregada a la comunidad y muy querida por las hermanas. Habilidosa para labores, su forma de enseñar, hacía que sus alumnas la quisieran. Las que fueron sus alumnas en los distintos colegios en donde estuvo la siguen recordando, con gran afecto y gratitud, por su paciencia y comprensión. Muy querida también por su familia, su sobrina médico la visitaba mucho.
Trabajaba activamente en la parroquia y el párroco muchas veces le decía que era “el alma de la Iglesia”. A ella le gustaba mucho poder colaborar y así lo podemos ver en alguno de sus escritos: “El hecho más importante de mi vida religiosa ha sido y es ser sacristana y trabajar con la parroquia desde que profesé hasta la fecha de hoy. Y pasar por todos los apostolados que tiene la Congregación: Colegios, enfermos en Granada, después de mi oficina ayudaba a los enfermos, ancianos y niños de la guardería marginados, y en misiones, un mes de experiencia antes de fundar en Bácor. Fue una pura misión, trabajamos en los campos, con enfermos y pasando muchas necesidades, sin misa, ni agua, ni luz… Pero fue una experiencia muy positiva”.
Gran devota de M. Elisea, recurría a su intercesión y obtuvo favores por su mediación. Testificó en el proceso de canonización aportando datos muy interesantes, que obtuvo de la M. Mª de los Ángeles Badosa, con la que convivió algún tiempo en la comunidad de Bigastro. Dice que le hacía muchas preguntas porque tenía gran interés por saber de la vida santa de nuestra Fundadora
Las hermanas que la conocieron y que han vivido con ella en diferentes comunidades, nos dicen de ella:
- Era una mujer auténtica y buena religiosa, veraz, prudente y servicial. Amaba su vocación. Era muy educada y trabajadora. Una persona muy agradecida, por lo más mínimo que se le hacía.
- No se quejaba de los de defectos de los demás, si alguien lo hacía, la miraba con una sonrisa, y su mirada era sin respuesta hacia la crítica.
- En Villanueva de la Serena la gente la sigue recordando. Fue sacristana en la parroquia de S. Bartolomé, y daba catequesis a los niños de 1ª Comunión. Mucha gente acudía a ella, porque les daba ánimo y fuerzas.Tenía mucho aprecio a todas las personas, pues era muy cercana y tenía una mirada y sonrisa que te conquistaba.
- Cuando alguna vez coincidí con ella en convivencias, siempre me trataba con mucho cariño. Ella no conoció a mi familia, pero su atención hacia ellos era uno de sus primeras preguntas.
Termino esta necrología con sus propias palabras, que nos ayudan a acercarnos a la profundidad de su relación con Dios: “Tener conciencia de que cuando estamos en pecado no tenemos a Cristo, que soy pobre. Pero un pobre que siente se siente amado por la misericordia de Dios”
Un abrazo en el Carmelo,