Hna. Inmaculada Misas Higaldo

 “Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo
quien, por su gran misericordia,
mediante la Resurrección de Jesucristo de entre los muertos,
nos ha reengendrado a una esperanza viva,
a una herencia incorruptible, inmaculada e inmarcesible,
reservada en los cielos para vosotros
” (1 Pedro 1: 3-4).

 

Queridas Hermanas: 

Os comunicamos que el pasado 24 de octubre de 2018, desde la Comunidad de “Ntra. Sra. de la Providencia”, en Tales (Castellón), Dios Padre llamó a nuestra Hermana,

 Mª Teresa Misas Hidalgo

En religión, Inmaculada

Nacida en Dos Torres (Cordoba), el 5 de octubre del año 1933, era hija de Jesús y Gabriela, de cuyo matrimonio nacieron siete hijos, siendo nuestra Hermana la última de ellos. Fue bautizada a los pocos días de su nacimiento el 10 de octubre de 1933, en la Iglesia Parroquial de Ntra. Sra. de la Asunción de su pueblo (Dos Torres) y confirmada años después, el 22 de noviembre de 1943 en la misma Parroquia.

Comienza su postulantado en Orihuela, el 9 de diciembre de 1955 y en el mismo lugar, su noviciado el 12 de julio de 1956, donde también profesa el 18 de julio de 1957. Sus votos perpetuos los hace el 15 de agosto de 1961 en Santo Domingo (República Dominicana). Celebró sus Bodas de Plata el 18 de julio de 1982 en Velez Malaga, y las Bodas de Oro en Madrid el 18 de julio de 2007.

Auxiliar de clínica, su vida estuvo dedicada al cuidado de los enfermos y ancianos, por los que sentía una especial dedicación, compaginando con otras obligaciones que le fueron asignadas:  ayudar y servir trabajando como responsable de comunidad y como encargada de los varios quehaceres diarios de la casa, incluyendo la cocina: Badajoz, Río Piedras, (Puerto Rico) Hogar Carmelitano, Santo Domingo (República Dominicana), Velez Malaga, Fuente de Cantos (Badajoz), Tales (Castellón) y Madrid. Nuevamente en 2011, vuelve a Fuente de Cantos (Badajoz), hasta que su salud se resintió y fue trasladada de nuevo a Tales (Castellón) este mismo año 2018 en que nuestro Dios se la llevó consigo.

A través del testimonio de algunas personas y Hermanas que la conocieron y que convivieron o se relacionaban con ella, podemos decir que nuestra Hermana fue una buena religiosa carmelita, muy entregada, disponible y servicial que, a imitación de Jesucristo, pasó por el mundo haciendo el bien sin ruido pero por donde pasaba dejaba huellas muy marcadas y profundas que no se borran con el paso del tiempo, de manera que, por ejemplo, después de muchos años de salir de Velez Málaga, hasta hoy día, muchas familias aún la recuerdan con aprecio y gratitud, y han manifestado su dolor y pérdida por su fallecimento. Además:

  • Era una hermana orante, piadosa, no descuidaba sus ratos de oración y los vivía con intensidad. También se preocupaba de que las Hermanas que estaban enredadas con las muchas actividades apostólicas no descuidaran su vida de oración, su vida espiritual; porque decía ella que es el motor y lo que da sentido a nuestra vida y misión; sin la oración todo lo que decimos y hacemos son sin sentido y vacíos.
  • Era muy agradecida a Dios por su vocación religiosa carmelita. En su familia eran cuatro carmelitas: dos religiosas en nuestra Cangregación, ella y su hermana Mª Jesús, más Fray Antonio y el Padre Damián, O. Carm. Amaba su vocación y estaba muy pendiente de ayudar y apoyar a las Hermanas que experimentaban el desaliento en su vocación y misión. Era de estas personas que con su presencia “restauran” y “edifican”; si no fuera por ella, ya algunas Hermanas hubieran perdido su vocación desde hace tiempo
  • Persona más bien callada, silenciosa, no de mucho hablar, pero siempre atenta para ver en que podía ayudar y ser útil. Jamás supo decir “no” a lo que se le pedía. Era un vivo testimonio de entrega generosa y bondad.
  • Trabajadora incansable, lo hacía todo con normalidad quitando importancia a lo que hacía. Mientras su salud se lo permitió,  visitaba y llevaba la comunión a los ancianos y enfermos a domicilio, también visitaba a las familias necesitadas del pueblo. Se encargaba del arreglo de la Iglesia parroquial, en los tiempos fuertes litúrgicos.
  • Era una hermana muy acogedora, sencilla, humilde y trabajadora. El testimonio de vida que profundamente ha calado en el corazón de la gente del pueblo era su humildad, sencillez, bondad, docilidad, cercanía y naturalidad en el trato con todos, sin acepción de personas. La gente le ha demostrado su cariño y gratitud, volcándose en la celebración de la Eucaristía de su despedida de Fuente de Cantos (Badajoz) y ya después de su muerte, en las muchas Misas de funeral celebradas en su memoria. Casi no creen que se ha ido ya con el Señor…
  • Mujer muy auténtica y veraz. Cuando había dificultad, iba directamente a la persona interesada. No era de las que critica a las espaldas ni permitía en su  presencia que se criticara o hablara mal de alguien ausente, aunque  fuese sólo en plan de desahogo. Siempre intentaba desviar las conversaciones  de este “tipo” y cuando la comunidad le protestaba porque ni quería escuchar ni permitia dejar que se “desahogasen” en este sentido, ella sencillamente contestaba: “hablando a las espaldas de la persona, no se soluciona nada … hay que aprender  a  hablar delante de la persona interesada”.
  • Era muy devota de Madre Elisea; en todo acudía a ella y daba testimonio de ello a todas las personas del pueblo y a los médicos que la trataban. Tenía mucho aprecio y devoción a los médicos que según ella eran los instrumentos de Dios para ayudarnos y sanarnos.
  • Mujer muy sufrida y sacrificada. Tuvo que pasar por sufrimientos familiares que los llevó con entereza. Y cuando ya su salud se resentía, llevó  su enfermedad con santa resignación abandonándose en las manos de Dios y en las manos de quienes le cuidaban; jamás se ha quejado y  “siempre estuvo al pie del cañón”, hasta el final,  intentando  ayudar y no molestar ni ser un peso para nadie. Era muy agradecida a las personas que la cuidaban y la visitaban; pedía perdón por sus palabras o actitudes que pudiera herir o molestar a los demás.
  • Era muy querida por su familia. En Fuente de Cantos, los muchos sobrinos que tenía, la  visitaban con frecuencia.

Demos gracias a Dios por el don de la vida de nuestra Hna. Inmacula, que pasó por el mundo desapercibida haciendo el bien y que ya está gozando de la Presencia de su Señor. ¡Que desde el cielo ella nos ayude a ser cada día un poquito mejor!  

Recibid un saludo de hermana en el Carmelo y sigamos  rezando las unas por las otras.