Hna. Josefina Ortiz Lorente

Y Dios, que resucitó al Señor,os resucitará a vosotros con su poder”
(1 Cor 6,14)

 

Queridas Hermanas:

Os comunicamos que el 20 de Junio, desde la Comunidad de Tales (Castellón), pasó a reunirse con el Padre, nuestra Hermana

JOSEFINA ORTIZ LORENTE

Nació en Gea de Albarracín (Teruel), el día 26 de Agosto del año 1936. Hija de Daniel y Miguela. El matrimonio tuvo 4 hijos, siendo nuestra hermana la tercera. Dos de ellos, religiosos carmelitas; el Padre Francisco, religioso de la Provincia Arago-Valentina, y Carmen, monja de clausura en el monasterio de “San Miguel” de Huesca. Fue bautizada en la parroquia de “San Bernardo Abad” de su pueblo natal, el 25 de Septiembre del mismo año, con el nombre de Ceferina y confirmada en la misma iglesia, el 28 de Marzo de 1946, por el Excmo. Sr. Obispo Fray León Villuendas Polo, franciscano, obispo de la Diócesis de Teruel-Albarracín.

Comienza su postulantado el 2 de Abril de 1959 en Orihuela y el noviciado en el mismo lugar, el 31 de Octubre del mismo año;  también aquí hace su primera profesión el 1 de Noviembre de 1960. La Profesión Perpetua la haría en Roma, el 6 de Marzo de 1966, en las Catacumbas de S. Calixto. Escribe  destacando que la celebración de sus votos perpetuos tuvo lugar “en el día y año que nuestra Congregación celebró sus Bodas de Diamante”. Las Bodas de Plata, en Rwanda, el 1 de Noviembre de 1985.

Enfermera de profesión, estuvo casi toda su vida atendiendo a enfermos, hasta que ella misma experimentó la enfermedad, la limitación y la incapacidad para seguir haciendo lo que tanto le gustaba, y que repetía con frecuencia: lo feliz que la hacía la atención y el cuidado de los enfermos, a los que se daba generosa e incondicionalmente.

Fundadora de varias comunidades y en varios países, siempre fue una mujer dinámica e inquieta. Ella misma escribe, como momentos representativos de su vida, el haber sido del grupo de las Hnas.  fundadoras de las casas de Italia; también de la de niños discapacitados en Roma, Via Appia Pignatelli, que las Hermanas atendieron sólo unos meses. Posteriormente también fue del grupo fundador de Rwanda.

Su primer destino, fue el colegio de Orihuela. De allí fue a Badajoz y posteriormente a Granada, cuidando en ambos sitios a enfermos. Tiempo después, es trasladada a Orihuela, Casa Madre, donde comienza a estudiar italiano para ir a fundar a Italia. Roma, Nápoles y Grottaferrata fueron sus lugares de trabajo, con enfermos y ancianos, en las clínicas “Villa Bianca” y “S. Luca” y Casa de Reposo de Grottaferrata. Volverá de nuevo a España para ir a Badajoz, y allí trabajaría en la Clínica “18 de Julio”. Después de su estancia por tierras extremeñas, comenzaría su etapa de “misionera” en África y América del Sur. Primero por tierras de Rwanda, donde también fue fundadora, junto con otras Hermanas, y luego en la selva peruana, en Lagunas, durante un par de años, volviendo de nuevo a Busogo (Rwanda). A partir del año 1997, ya se quedó en España, pasando por las comunidades de S. Juan-Residencia (Alicante), Tales (Castellón) y El Bonillo (Albacete). Volverá de nuevo a Tales, ya enferma, donde falleció.

Su interés por las misiones, siempre fue evidente y no sólo lo decía ella, sino que en uno de sus traslados (la Superiora General escribe a la superiora de la comunidad donde se encontraba la Hna. Josefina Ortiz, para comunicarle su traslado), así se manifestaba: “Tú conoces los deseos que ella tiene de trabajar en misiones vivas; y dada la carencia de Hnas. para reforzar aquella Comunidad, y el estado actual de esa clínica, hemos considerado más urgente enviarla a aquella comunidad”.

Algunas de las Hnas. que convivieron con ella en Rwanda, nos explican que “aunque era muy activa, siempre podías contar con ella, ya fuese de día o de noche, especialmente con los enfermos a los que cuidaba con gran esmero. Siempre estaba disponible. Era una mujer de gran caridad, generosidad y espíritu de servicio. No escatimaba ningún sacrificio. Amaba a Rwanda con pasión y trabajó con entrega, especialmente en los momentos más duros del inicio de la misión en Rilima. Aunque de carácter fuerte, le gustaba la comunidad y siempre buscaba encontrarse con alguna hermana.

De sus cartas, podemos extraer algunos testimonios personales que nos ayudan a ver lo expuesto anteriormente, y también su gran sensibilidad por las misiones:

  • De su estancia en Rwanda, escribe (Carta sin fecha): “La amo con todo mi corazón y también a sus gentes y a la misión en mi campo concreto”. Y en otra del 9/7/1992, muestra su preocupación al ver la realidad del país: “De aquí hay mucho que contar…la guerra, las matanzas, el miedo, la incertidumbre de la gente…No sé cuándo va a acabar todo esto.”
  • De sus impresiones al ver el barrio de José Gálvez, en Lima (Perú), podemos extraer algunas frases (Carta del 19/19/1993): “El barrio donde están ubicadas las HH. me ha impresionado profundamente. Mucho más que África. Esas casas de cartón y de esteras, esas gentes tan pobres, sencillas y cariñosas, esas calles y montañas de arena que parecen un desierto inmenso…Verdaderamente es una pobreza y aridez desoladora. ¡Qué mundo tan lleno de contrastes!

De su última estancia en la comunidad de Tales, cabe destacar cómo fue purificada por la enfermedad, dándose cuenta ella, en los primeros estadios. Algunas Hnas. comentan: “Te conocía cuando te veía pero no podía expresarse…Su muerte ha sido muy serena, incluso se podría decir que hasta bonita. Se fue apagando como una velita y murió con mucha paz”.

Su apertura y disponibilidad al Señor era clara, pese a las limitaciones que toda persona tiene, y así lo exponía ella en una carta escrita desde Rilima (Rwanda, el 10/3/1991): “…lo único que quiero y deseo es servir al Señor y a los hermanos donde dispongáis, con todo mi corazón y con toda mi alma, como deseaba M. Elisea que lo hiciesen sus hijas. Disponer de mí como mejor creáis”. Que estas palabras suyas, sean como su testamento para todas nosotras y que desde el cielo, nos ayude a vivirlo.