Hna. Mª Dolores Cumplido Morales

Señor, yo quiero ser esa religiosa que tú tantas veces me has traído a la mente: humilde, sencilla,
llena de dulzura y caridad para con todos.
Quiero ser santa, Señor, pero tu sabes que soy impotente y no sé nada más que andar por la tierra,
pero Señor, confío en ti; espero que, a mayor miseria, mayor misericordia.
Y ¿qué no harás tú por quien tantas veces ha pecado y te ha despreciado, y luego vuelve a ti?”

(De sus apuntes espirirtuales)

Queridas Hermanas:

Puede decirse que este deseo de ser santa, de ser una religiosa humilde, sencilla, llena de dulzura y caridad para con todos, ha sido la brújula que guiaba y encaminaba el vivir y quehacer diario hacia la meta definitiva de nuestra Hermana,

Dolores Cumplido Morales
En religión: Mª Dolores

que nuestro Padre Dios quiso llevarse con Él, desde la Comunidad “San Simón Stock” de San Juan de Alicante, el día 28 de junio de 2019, Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, a Quien tenía mucho amor y devoción,  además del amor y devoción que profesaba a Nuestra Madre del Carmen, mucho antes de ingresar en la Congregación, pertenecía a la Tercera Orden Carmelita.

Nació en Palma del Rio (Córdoba), el 28 de marzo de 1942, hija de Carmelo y Rosário, de cuyo matrimonio nacieron seis hijos, siendo nuestra Hermana la tercera de ellos. Fue bautizada el 11 de abril del año 1942, en la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción de su pueblo natal, donde también fue confirmada el año 1948.

En todo veía el paso de Dios: Ella escribe: “En noviembre de 1961, por manos de la Divina Providencia, conocí a la Congregación de Hermanas Carmelitas de Orihuela”. Comenzó su postulantado en Hinojosa del Duque (Córdoba), el 1 de mayo del 1962 y el noviciado el 8 de octubre de 1962 en Orihuela, donde también profesó el 10 de octubre de 1963; hizo sus votos perpetuos el 8 de abril de 1969; las Bodas de Plata las celebró el 13 de octubre de 1988 en Portugal.

Mujer prudente, sensata y sabia, intuía y veía las cosas venir de lejos, pero callaba, lo guardaba en su corazón y lo ofrecía todo a Dios. No quería aparentar, ni sobresalir, era más bien una persona siempre escondida; hacía el bien sin ruido, testimoniando con su vida que vivía para Dios y para el bien de las almas. En todo ve el paso de Dios: en los momentos de dificultad se abandona en Sus manos “lo pasado … solo Dios lo sabe”.

Siempre fue una buena religiosa, entregada a Dios, y a las personas mayores y enfermas, debilitadas y necesitadas de atención y cuidados. Aunque gran parte de su vida estuvo dedicada a cuidar enfermos y ancianos, su apostolado no se limitaba solo a esto, sino que también llevaba la pastoral parroquial, especialmente en Couço. La Liturgia la vivía con todo su corazón, cariño y reverencia. Era una persona profundamente de Dios, muy espiritual y, a la vez, muy humana.

Igualmente visitaba a las familias del barrio. Al principio de su estancia en Portugal, cuando la vida era más precaria y había escasez de todo, a muchas familias del pueblo que pasaban por dificultades y necesidades, nuestra Hermana las visitaba y ayudaba cuanto podía sacrificando incluso su tiempo de descanso. También daba atención a los enfermos en su domicilio. Ayudó a las mujeres maltratadas o abandonadas; muchas madres afligidas se desahogaban con ella, encontrando siempre consuelo y fortaleza para sus penas. Su amabilidad, delicadeza y acogida eran palpables para cuantas personas se relacionaban con ella; en su semblante se traslucía la duzura y la paz que reinaban en su corazón. Siempre tenía una palabra de cariño para las personas que se cruzaban con ella; se interesaba por las familias de las Hermanas y de todos los empleados y conocidos; por eso era muy apreciada y querida.

Siempre quitaba importancia a las cosas menos buenas, pues decía “cada una somos como somos”. De gran corazón, desbordaba en generosidad para compartir, era muy detallista, cuidaba de que a nadie le faltara lo necesario. Hasta los últimos días de su vida, siempre se preocupó por el bien de los demás. Ya muy enferma en el Hospital,  y también en San Juan de Alicante donde sólo estuvo cinco días, sufría por temor a que su enfermedad pudiera contagiar a las demás, aunque ya los médicos dijieron que no. También sufría por el hecho de tener que abandonar a su hermana más pequeña, Belén con discapacidad, que estaba bajo su cuidado desde la muerte de su madre en 1993 (aunque la tutora de Belén era otra hermana, enferma, con transplante de riñón), pero ¡Dios sea Bendito!, murió con el consuelo de saber que Belén no iba a ser abandonada.

Con las dotes que el Señor puso en ella, fue realizando su misión por las diferentes comunidades donde vivió: Casa Madre (Sanatorio de Orihuela),  Badajoz (Sanatorio 18 de Julio), El Palmar-Murcia (Sanatorio Ntra. Sra. de la Salud), Couço (Portugal), Paradas (Sevilla), y últimamente ya muy debilitada, en San Juan de Alicante.

En sus apuntes Espirituales escribe con sencillez: “Reconocerme ante Dios y ante el mundo como soy: pecadora, miserable para con Dios y con el prójimo, impotente y débil; incapaz de hacer nada sin la ayuda de Dios. Pero tú sabes Jesús que, a pesar de todo, quiero seguirte con tu gracia y que no ansíe otra cosa que no sea unirme más a ti y vivir por ti y para ti. Que cada Comunión que reciba, me aniquiles más, me hagas desaparecer a mi, para que seas tu quien vivas en mi, obres por mi, y yo solo sea el instrumento que tu tengas para manifestarte al mundo”.

“Señor, que en mi vida diaria sepa poner en práctica todo lo que en tu PALABRA ME REVELAS.  Enséñame a convivir mejor con mis Hermanas; que mi vida sea un entregarme a todas, en ayuda de todas, procurando atraer a las que sean más antipáticas”.

“La perfección es una meta que nunca podremos adquirir por entero, pero sí tenemos el deber y mandato de Dios que nos dice: Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto”.

En alas del viento / vuela bien alto en silencio / buena hermana / a la infinitud gozosa / al encuentro del abrazo de tu Dios y Señor / y presentale nuestra más profunda gratitud por el don de tu vida y presencia callada entre nosotras.