Hna. Mª Dolores Encarnación Soto

Madrid, 3 de Agosto de 2012

 

“ En la casa de mi Padre hay muchas moradas(…) cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros”.
(Cfr. Jn 14, 2-3)

Queridas Hermanas:

Os comunicamos que el miércoles, 1 de Agosto, desde la Comunidad de Casa Madre, nos dejó para marchar al Padre nuestra Hermana

Mª DOLORES ENCARNACIÓN SOTO

Nació en S. José de Ocoa, provincia de Baní, en la República Dominicana, el 10 de Noviembre de 1927. Hija de Felix Mª y de M ª Dolores. Fue bautizada en la Parroquia de S. José de Ocoa con el nombre de Teotiste de la Cruz. El 28 de Noviembre de 1946 fue confirmada en la misma iglesia parroquial por el Excmo. y Rvdmo. Mons. Octavio A. Beras, arzobispo coadjutor de Santo Domingo.

Ingresó en la Congregación el 13 de Octubre de 1956, en la Capital de Rep. Dominicana y el 15, en Hato Mayor, inició su postulantado. El noviciado lo hizo en España, en Casa Madre, comenzándolo el 31 de Julio de 1958 y emitiendo su Primera Profesión el 1 de Agosto de 1959. Pronunció Profesión Perpetua, fue en Santiago de los Caballeros (Rep. Dominicana), el 15 de Agosto de 1965. Las Bodas de Plata las celebró el 1 de Agosto de 1984 en New York, donde se encontraba cuidando de su hermana Oneida, que murió de cáncer. Las Bodas de Oro las hizo en Casa Madre el 17 de mayo del año 2009.

Tras su profesión temporal, volvió a su país de origen y fue destinada al colegio de Hato Mayor y posteriormente a Baní. Además de estar con los niños, en esta segunda Comunidad, era ropera. Seguidamente pasó a Puerto Rico, al Colegio, donde fue ayudante de la profesora de primer grado y ayudante de sacristana. De allí fue al Hogar Carmelitano donde trabajó como encargada de la lavandería. En el año 1973 saltará “el charco” y vendrá a España, a Casa Madre y ayudará en la enfermería. De aquí pasará al Seminario de Orihuela (Alicante) y posteriormente al Colegio de S. Juan de Alicante, y en ambos sitios se encargará de la cocina. En S. Juan, durante un día de retiro, escribiría: “Señor, quítame la libertad de hacer lo que yo quiero, porque cuando así obro estoy siendo rica. Cuando más sea una criatura lo que debe ser, tanto más actúa Dios en ella”.

En el año 1976 fue destinada a Fuente de Cantos (Badajoz) donde también se encargará de la cocina, y durante un breve periodo de tiempo será ecónoma. De aquí pasará, de nuevo a Casa Madre, donde desarrollará diversas tareas domésticas. De 1982 a 1985 estuvo cuidando a su hermana enferma en New York (Estados Unidos) hasta su muerte. Después volvió a España y fue destinada a la Residencia de Murcia, donde se encargó de la portería y colaboró con la CONFER en esa ciudad. En 1986 volverá de nuevo a Casa Madre, en Orihuela, donde estuvo hasta que el Padre la llamó para estar más cerca de Él. A su llegada a la Comunidad fue Delegada de Pastoral, y conforme su salud se iba debilitando (tenía cardiopatía isquémica y diabetes) iba adecuándose a su nueva realidad ayudando en lo que podía, pero siempre dando muestras de una gran sensibilidad ante las necesidades de la Casa y de las hermanas. Tanto es así, que ella misma consideraba que una de sus habilidades particulares era el “cuidar de los detalles de las Hermanas”. Ya enferma, en la Cuaresma de 2002, escribiría: “Acepta Señor, mis viejos fuegos para encender otros nuevos”. Reflexión: Acepta Señor los pecados del hombre viejo, para encender las virtudes del hombre nuevo; para emprender con ilusión una vida nueva en el espíritu, que no la puedo llevar a cabo sin la fuerza del Espíritu Santo, que todo lo renueva”.

En los años sucesivos su salud se fue deteriorando poco a poco. En Marzo de 2007 sufrió una caída que le produjo fractura de fémur y de la que tuvo que ser intervenida. También le detectaron una afección cerebral y en más de una ocasión sufrió infartos cerebrales que limitaron su vista grandemente. Últimamente una afección renal grave, acentuada por varias complicaciones, la llevó a los brazos del Padre, junto al Hijo y al Espíritu que tanto la fortalecía.

La Hna. Dolores Encarnación, de trato agradable y educado, era una gran enamorada del Espíritu Santo, al que aludía con mucha frecuencia en sus cartas y escritos. Era también una ferviente apóstol de este gran “Desconocido”, como podemos leer más de una vez en sus notas. Vivió de forma intensa y agradecida sus inicios en la Congregación y ella misma cuenta que fue una gran gracia el que fuera admitida directamente al Postulantado nada más entrar en el Carmelo.

Otro hecho importante en su vida, que ella misma relata, fue el poder realizar en España, después de 15 años de estar por tierras caribeñas un curso de “Formación Permanente” que fue para ella “como un trasplante” corporal y espiritual, y por ello, escribe: “¡Gracias sean dadas a Dios!”

Se sentía carmelita, amando intensamente a María, nuestra Santísima Madre y también vivía con gran profundidad el sentirse hija de M. Elisea, así lo recogemos en un testimonio suyo que escribió para Vínculo: “Nuestra vida, hechos, correspondencia en fidelidad a la vocación y a la obediencia, son los que, día a día, irán dándole ese perfil que queremos y al que debemos aspirar todas, y, que sin lugar a dudas, quiere Madre Elísea y la exigencia nuestra de ser TESTIGOS Y PROFETAS como dice el Santo Padre Juan Pablo II”. Y así lo hacía vida, transmitiendo su experiencia de Dios a los demás, desde su asidua profundización de la Palabra, de la que extraía luz y fuerza para responder en fidelidad en la vida cotidiana.

Cuando hizo sus Bodas de Oro, le comentó a una Hermana las canciones que le gustaría cantasen cuando falleciera. Y así, cuando ha llegado el momento, recordando su petición, se ha realizado. Que ella, siempre atenta a las necesidades de los demás, interceda por todas nosotras y por la Congregación, ahora que está gozando del Señor de la Vida y de la Historia.