Hna. Mª Josefa Herrero Brocal

 Madrid, 24 de Febrero de 2015

 

“En Él brilla la esperanza de nuestra feliz resurrección…”
(Prefacio I de Difuntos)

Queridas Hermanas:

Os comunicamos que el 22 de Febrero, desde la Comunidad de Casa Madre, en Orihuela (Alicante), pasó a estar con el Padre para siempre, nuestra Hermana

Mª JOSEFA HERRERO BROCAL

Nació en El Raal (Murcia), el día 12 de Noviembre del año 1924. Hija de Ramón y María. Fueron 8 hermanos, dos religiosas de nuestra Congregación, ella y su hermana Benigna, a la que cuidó en sus últimos años, hasta que falleció. Fue bautizada en la Iglesia parroquial de Ntra. Señora de los Dolores, en su pueblo natal, tres días después de su nacimiento, y confirmada en el mismo lugar, el 12 de Noviembre de 1935, de manos del obispo de Cartagena.

Comienza su postulantado en Orihuela el 21 de Junio de 1943, y en el mismo lugar inicia el noviciado el 14 de Febrero de 1944. Su primera profesión la hizo el 6 de Marzo de 1945, y la perpetua el 31 de Diciembre de 1950, ambas, también en Orihuela. Las bodas de Plata las celebró en Granada, el 6 de Marzo de 1970, y las de Oro en Orihuela, el 9 de Julio de 1995.

Sus Bodas de Oro tuvieron un carácter festivo y también comunitario, en la Iglesia de Casa Madre, porque se celebraron las Bodas de Oro y de Plata de las Hermanas de ese año y todo fue muy cuidado: la celebración, los recordatorios, el día de retiro, las invitaciones…

De sus experiencias vividas en la vida religiosa ella misma recordaba con especial intensidad su Profesión Temporal y Perpetua y escribía: “… sigo dando gracias al Señor por el don tan grande de mi vocación, a pesar de todas mis limitaciones”.

Casi toda su vida estuvo atendiendo y cuidando enfermos (era auxiliar de clínica), tanto en Valencia, como en Tarrasa (Barcelona), Granada, Hospital de Orihuela y Residencia de Socuéllamos. Estuvo también en Murcia, al servicio de la Comunidad y en el año 2006 fue trasladada a Casa Madre, ya jubilada y enferma.

Ella misma decía que tenía una habilidad especial para los enfermos y para los trabajos domésticos, aunque estaba siempre dispuesta para lo que se le necesitara.

Por todos los lugares por los que paso, dejó una huella imborrable por su forma de ser tranquila y paciente y sus cualidades de servicio y responsabilidad. En Socuéllamos, su labor fue encomiable y así lo refleja una noticia que aparece en el periódico (cuyo título ya nos deja ver cómo era nuestra hermana: “El Asilo de San Ramón de Socuéllamos puede perder su prenda más valiosa”), poco antes que saliera de allí, destinada a otra de nuestras casas: “La hermana Josefina llegó a Socuéllamos en el año 1978, encontrándose un Asilo abandonado, falto de higiene, de amor a los ancianos y jubilados.

la máxima atención a sus ocupantes, acometiendo reforma tras reforma, consigue aumentar las habitaciones cada año, profundizando en todos los corazones de los habitantes de Socuéllamos”.

También de sus escritos espirituales podemos extraer algunas notas que nos muestran, entre líneas, su forma de ser: “El prójimo, sea quien sea, ocupa un lugar en el corazón de Cristo. Ten estima y respeto sobrenatural de tu hermano, hijo de Dios, miembro de Cristo y templo del Espíritu Santo. Busca la faz de Cristo en ellos sin mirar las apariencias. Es el gran secreto para ser buena, paciente, servicial…, eso es ver a Cristo en el prójimo.

Cada vez que haces un acto de amor al prójimo, ofreces a Cristo lo mejor. Si falta el amor, falta todo. Si hay amor, está todo.

Usa con tu prójimo la misma delicadeza de pensamiento, palabra y acciones que desearías para ti. Tu amor al prójimo expresa tu amor a Dios.

Calla cuando tus sentidos estén alborotados. Disimula con caridad los olvidos, las descortesías, molestias, impertinencias de los demás. No olvides los servicios que recibes y recuerda que no hay santidad sin paciencia”.

Que nuestra hermana, que ya está en el cielo, junto con el Padre, interceda por nosotras para que, como ella, sigamos el ejemplo de Jesús que “pasó haciendo el bien” (Cfr. Hch. 10,38).