Hna. Mª Nieves Martínez Gil

El día 5 de julio de 2002, ha llegado a nuestra Comunidad la Hna. Nieves Martínez Gil;
viene de la Comunidad de Benavila (Portugal) una vez que se han retirado las Hnas. de esa misión.
Para nosotras ha sido un regalo de nuestra Madre; llega en su mes y a punto de comenzar la novena.
Su delicadeza para con las Hermanas enfermas y su semblante de paz, nos hace recordar
constantemente la ternura infinita de Dios.¡Bienvenida! Y que seas feliz aquí
.
(Libro II de Crónicas de Casa Madre folio 66)

Queridas Hermanas:

Puede decirse que esta predicción de la cronista, se cumplió sobradamente en la persona de nuestra Hermana,

BernardaMartínez Gil
En religión: Mª de las Nieves

Que nuestro Padre Dios quiso llevarse con Él, el día 13 de abril, sábado, de 2019, desde la Comunidad “Ntra. Sra. del Carmen” de Orihuela, Casa Madre.

Nació en Ribera de Molina (Murcia), el 25 de junio de 1923, era hija de Pedro y Cesárea de cuyo matrimonio nacieron tres hijos, siendo nuestra Hermana la última de ellos. Fue bautizada a los dos días de su nacimiento, el 27 de junio del año 1923, en la Iglesia Parroquial del Sagrado Corazón de Jesús de su pueblo natal, donde también fue confirmada, tres años después, el 13 de febrero de 1926.

Comenzó su postulantado en Orihuela, el 5 de junio del 1940 donde también inició su noviciado el 9 de diciembre de 1940, y profesó el 27 de diciembre de 1941 , e hizo sus votos perpetuos el mes de septiembre de 1947; las Bodas de Plata las celebró el 27 de diciembre de 1966 en San Alberto, el Colegio Internacional de los Padres Carmelitas, en Roma (Italia), y las Bodas de Oro en Casa Madre, Orihuela (Alicante) el 6 de abril de 1996.

En Casa Madre, a pesar de sus limitaciones (contaba casi 80 años cuando llegó, y con síntomas de Alzheimer), ayudaba a las Hermanas enfermas cuanto podía, así como en algunas labores de la comunidad. Era toda donación a Dios, y a los hermanos y hermanas, como lo fue durante toda su vida, que en su gran parte estuvo dedicada a cuidar enfermos, dando alma, vida y corazón en mis 50 años de vida religiosa (como dejó escrito), por las diferentes comunidades por las que pasó: Granada (Sanatorio de la Purísima), Estremoz y Couço (Portugal), Santiago de los Caballeros (Rep. Dom.), Roma y Nápoles (Italia), y, últimamente, de nuevo en Estremoz y Benavila (Portugal). En todos estos lugares fue un apóstol sin hacer ruido, testimoniando con su vida que vivía para Dios y para que “todos se salven”. Los últimos años de su actividad apostólica, los desarrolló en Benavila, pueblo frío y poco creyente. Allí colaboró cuanto pudo en la pastoral parroquial. Hubo un tiempo que faltó incluso el sacerdote y la Hna. Nieves, (excepto confesar y decir misa), atendió todas las actividades de la parroquia; incluso presidía los entierros.

No ahorraba sacrificio con tal de hacer un servicio a quién lo necesitara, tanto a las hermanas como a las personas con las que convivía y también a la gente del entorno o casa donde estaba. Últimamente, antes de estar postrada, participaba en todas las reuniones comunitarias y, como se iba limitando y le costaba hablar, anotaba lo que quería aportar para que lo leyeran. Los largos años que ha pasado impedida y sin poder hablar han sido edificantes. Jamás la vimos quejarse. Mientras pudo, respondía con gestos agradecidos a las personas que a ella se acercaban. Conserva dos cartas de su hermano Pedro (Perico, como ella le llamaba) y una de su madre, que expresan la talla cristiana de la familia. Quienes convivieron con ella, le oyeron decir más de una vez cuando hacía alguna atención o servicio:“esto es fe; me lo enseñó mi madre”.

En los Ejercicios Espirituales que realizó en “Villa Cavalletti, Grotaferrata (Roma), escribe:“Hoy, día 25 de junio de 1976, cumplo 53 años de edad y 36 de vida religiosa; doy gracias a Dios por estos dos grandes acontecimientos y le pido que me asista siempre su Espíritu para serle fiel como me pide y exige de mí. Dios me prodiga sus delicadezas, sus finuras, y me pide generosidad, amor, fidelidad. Estos ejercicios son una prueba más del amor que me tiene, que es infinito”.

En 1977 escribe: “En estos momentos de mi vida, Dios me pide dos cosas: la primera, darle gracias por encontrarme, después de tanto ansiarlo, libre del cargo de superiora. La segunda, ver en la misma situación de prueba en que me encuentro con el traslado y adaptación. Su voluntad salvadora me purifica y redime. Toda esta serie de humillaciones queridas por Dios, me purifican y santifican”.

“El punto de partida en mi vida debe ser siempre Dios; en vez de pensar tanto en mí, debo dejarme a mí, a mi amor propio y darme de veras a Dios, olvidándome de mis cosas e intereses, para ocuparme de los intereses y el querer de Dios”.

“En estos ejercicios veo claramente Señor, porque me lo haces ver, cómo debo hacerlo: teniendo todo como basura y solo tú seas el motivo de mi vida. ¿Qué importancia tiene el trabajo o las demás cosas? Una sola es necesaria: vivir unida a ti y buscar todo mi consuelo en ti”.

“María se retira a orar, se siente sierva del Señor, es un alma rendida, atenta a la voz de Dios. La anunciación es el cuadro de cada alma consagrada, la finura de Dios para su criatura. Me pide, que mi corazón esté abierto al Espíritu del Señor. María me enseña a compartir las alegrías y las tristezas de nuestros hermanos, olvidándome de mí”.

“Nada obtendré en mi vida si no estoy impregnada de Dios, sacada de mi oración personal”.

“No me falta nada, porque nada necesito; cuando lo dejo todo es porque solo Dios me basta”

En el 2001 escribe: Dios es amor. Aprender a amar y no a odiar. Si amo a los demás, amo a Dios verdaderamente. Dios quiere que sea  testimonio de vida. Nos ama y nos dice: “estoy junto a ti; no tengas miedo”. No hay misión, si no hay perseverancia en la oración. Procuraré alabar al Señor todos los días de la vida que me quedan.

El año  2005 escribe:En la oración tomo conciencia de mi unión con Dios, de mi ser hija de Dios. Injertados en Jesucristo por el bautismo, su vida y sus acciones son nuestras. La oración riega ese injerto para que crezca y produzca los frutos de las virtudes cristianas.

La fe se mantiene y se acredita sólo en el amor, entregando la vida, como Él, por la vida de los demás. La vida no merece la pena vivirla, si no es para entregarla.

Demos gracias a Dios por el don de haber conocido tantas Hermanas que, como ella, nos dan ejemplo de una vida tan entregada y agradecida.