Hna. Manuela Alba García

Madrid, 29 de JuIio de 2013


“Porque sabemos que si se destruye esta nuestra morada terrena, tenemos un sólido edificio
que viene  de Dios, una morada que no ha sido construida por manos humanas,
es eterna y está en los cielos”.
(2 Cor 5, 1)

Queridas Hermanas:

Os comunicamos que el 28 de Julio, desde la Comunidad de Tales (Castellón), nos dejó para estar en los brazos del Padre, nuestra Hermana

MANUELA ALBA GARCÍA

Nació en Padul (Granada) el día 28 de Enero de 1927. Hija de Manuel y Joaquina. Fueron tres hermanos, siendo nuestra hermana Manuela la primogénita. Fue bautizada en la Iglesia parroquial del mismo pueblo, con el nombre de Joaquina, el día 31 de Enero de 1927 y confirmada, el 9 de Octubre de 1928, en el mismo lugar.

Inició su Postulantado en la Congregación el 9 de Abril de 1946, en Orihuela, al igual que el Noviciado, que comenzó el 6 de Enero de 1947. Emitió su Primera Profesión, el 12 de Enero de 1948 y la Perpetua el 27 de Septiembre de 1954, en nuestra querida Casa Madre de Orihuela.

En los lugares en los que estuvo (Seminario de Tiana, Barcelona, Paradas, Pedreguer, El Bonillo, Casa Sacerdotal de Alicante; Atención al obispo D. Francisco Álvarez, en Toledo, y ya la casa de Tales donde falleció), siempre se distinguió por su gran dedicación y atención a las personas con las que estaba: seminaristas, sacerdotes, enfermos, Hermanas…no en vano nuestra Hna. Manuela fue muy querida por donde estuvo y nunca le faltaba su felicitación por Navidad y por su santo de las personas que la conocían y que la recordaban con tanto cariño.

Era muy notoria su gran caridad con todos, muy especialmente con los pobres. Cuentan que estando en una residencia de ancianos, supo que había un pobre, anciano y enfermo, y se las ingenió para ir a visitarlo, consiguiendo llevarlo a la Residencia donde fue atendido.

Su gran e intensa vida espiritual, se traslucía en multitud de detalles, donde se podía vislumbrar su profunda aceptación de la voluntad de Dios, palpable en su vida. Así lo podemos encontrar en alguno de sus testimonios:

  • Los primeros meses después de su ingreso los pasó en el Seminario de Orihuela. De estas primeras vivencias encontramos un testimonio escrito por ella misma: “…trabajaba incansablemente y con gran alegría, ya que mi deseo era demostrar a Dios que le quería agradar y este fue el medio que yo encontraba entonces, trabajar con alegría y prontitud”.
  • Aunque las misiones le atraían y quiso ir a ellas, viendo que no llegaba su hora, escribió: “Siempre tuve ilusión por las misiones. Lo expuse a la Madre General Josefina, lo anotó para la fundación de Java, después se anuló pero yo viví unos años de mucha ilusión. Después comprendí que la misión que Cristo quería de mí era otra”.
  • En una de las cartas que dirigió a la Hna. Altagracia, en el año 1990, escribía: “…Dios no necesita de nadie para hacer sus obras y como dueño hace lo que quiere de las personas (…) comprendo que los caminos de Dios no son los nuestros y que siempre los suyos son mejores y más acertados”.
  • En su ficha personal podemos encontrar escrito que su habilidad particular era “estar disponible para donde sea mandada”.

Las Hnas de Tales con las que compartió sus últimos años seguían constatando lo que fue su vida, una constante ofrenda a Dios Ella deseaba morir a lo “de fuera”, para vivir desde “dentro”. Pasaba largas horas ante el Señor, y era ejemplo de amor a la Eucaristía y a la Santísima Virgen, esmerándose en la Liturgia para que todas la pudieran vivir. Mortificada y austera, agradable y acogedora, amable en el servicio, ya en la portería o en la cocina (su arte culinario era especial y le encantaba dar sorpresas con sus comidas y postres especiales), demostraba ser una trabajadora incansable (sustituía a las trabajadoras en las grandes fiestas, como Navidad o año Nuevo, para que pudieran irse a casa), incluso estando ya enferma.

Demos gracias a Dios por el don que ha sido tener a esta Hermana entre nosotros, dejándonos tan buena “herencia”, en frutos de buenas obras, estando seguras, que desde el cielo, seguirá intercediendo por la Congregación a la que tanto quería y de la que tan orgullosa se sentía.

Que el Señor la tenga ya gozando de su gloria donde vivirá eternamente.

Unidas en el Carmelo