Hna. Teresita Olivo del Río

 

 Madrid, 7 de Febrero de 2013

 

“Padre, tú me los confiaste; quiero que, donde yo estoy, estén ellos también conmigo y contemplen
esa gloria mía que tú me has dado, porque me amabas ya antes de que existiera el mundo”.
(Jn 17,24)

 

Queridas Hermanas:

 Os comunicamos que el 30 de Enero del presente año, desde la Comunidad del Hogar Carmelitano en Puerto Rico, nos dejó para gozar en la presencia de Dios Padre, nuestra Hermana

TERESITA OLIVO DEL RÍO

Nació en Morovis (Puerto Rico) el día 3 de Agosto de 1932. Hija del matrimonio formado por Carlos y Rosa María, a quienes el Señor les concedió 11 hijos, de la que nuestra Hermana era la décima. Fue bautizada en la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen, regentada por los Padres Carmelitas, con el nombre de Blanca Lydia, el día 21 de Abril de 1935 y confirmada, en la misma parroquia, el 11 de Octubre de ese mismo año, por el obispo de S. Juan de Puerto Rico en la Visita Pastoral que realizó durante los días 11 al 17 de Octubre.

Inició su Postulantado en la Congregación el 17 de Noviembre de 1960, en el colegio del Carmen de Puerto Rico y el Noviciado el 17 de Octubre de 1961 en la Casa Madre de Orihuela. Emitió su primera profesión, también en Orihuela, el 18 de Octubre de 1962 y la Perpetua el 15 de Agosto de 1968 en el Hogar Carmelitano, en Río Piedras, Puerto Rico. Las bodas de Plata también las realizó allí, el 18 de Octubre de 1987, al igual que las de Oro, el 29 de Diciembre de1 2012, ya con su salud muy deteriorada.

Su misión apostólica, en sus inicios, estuvo muy relacionada con la educación, en el colegio del Carmen de Puerto Rico, donde fue maestra durante 17 años. Después estuvo un tiempo cuidando a su madre, tras el cual se incorporó al Hogar Carmelitano, donde fue supervisora del personal. En el año 1972 pasó al colegio del Carmen, para llevar la economía, durante tres años, tras los cuales volvió al Hogar Carmelitano para encargarse también de este menester allí, hasta que su mermada salud la fue debilitando poco a poco.

Se sentía atraída, además de por la educación de los niños, por la pastoral en general, ya fuera visitar enfermos o presos en las cárceles, aunque nunca se le presentó esa posibilidad.

De sus palabras y testimonios podemos extraer algunos ejemplos que nos acercan más a sus vivencias personales: Durante mi tiempo de maestra en el colegio Ntra. Sra. del Carmen (1962-1976), ya que me gustaba mucho trabajar con los niños y en las catequesis, aprendí a amar más a los niños, ayudarlos en todo sentido. Me preocupaba de su salud, tenía una sorda y los padres no se preocupaban y yo le ayudé a que recibiera ayuda. Esa fue una gran satisfacción para mí.

La vida comunitaria que viví en ese tiempo me marcó mucho, pues fue muy positivo, fraternal. Nos ayudábamos a hacer los planes de trabajo, a cuadrar registros, etc. Me sentía útil al ver que podía ayudar a las Hermanas. Aunque siento que he querido mucho a las hermanas y pido por todas, rezo por todas siempre.

En el Hogar Carmelitano también tuve una experiencia muy positiva pues podía ayudar a los empleados tanto espiritualmente como en necesidades materiales”.

Y de sus cartas, podemos extraer algunos bellos pensamientos sobre la vida comunitaria: “… quiero darme por completo a ella. Y con la ayuda de Dios hacer que vivamos una auténtica vida de consagradas. Esto se consigue con la mutua ayuda y comprensión de unas para las otras. Además creo que lo más importante es el amor. Aquí es donde está la raíz de todos los males, cuando no nos amamos como verdaderos hermanos. Yo tengo que crear un ambiente de amor hacia todos los que me rodean y así conquistar el amor de los demás, para que los que nos vean puedan decir ¡mirad cómo se aman!”

Que desde el cielo interceda por toda la Congregación para que su ideal de vida comunitaria, que es la del Evangelio, sea una realidad en todas las Comunidades.

Unidas en el Carmelo,