Hna. Trinidad Navarro Hurtado

“Alaba alma mía al Señor; alabe todo mi ser su santo nombre.
Alaba alma mía al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios.
ÉL  perdona todas tus culpas …
Él rescata tu vida de la fosa, y  te colma de gracia y ternura …
Como un padre siente ternura por sus hijos, Siente el Señor ternura por los que lo temen;
porque Él conoce nuestra masa, se acuerda de que somos barro”.
(Sal 103, 1-4; 13-14)

Queridas Hermanas:

Uniendo nuestras voces a la voz del salmista, cantamos las maravillas obradas por Dios en la persona de nuestra querida Hermana

Trinidad Navarro Hurtado

que nuestro Buen Padre del Cielo quiso llevarse con Él, desde la Comunidad “San Simón Stock” de San Juan de Alicante, el día 7 de diciembre de 2019, primer sábado del mes, día dedicado a la Virgen nuestra Madre, a la que amaba y tenía gran devoción.

Nació en Callosa de Segura (Alicante), el 2 de agosto de 1935, hija de José y Trinidad, de cuyo matrimonio nacieron cuatro hijos, siendo nuestra Hermana la última de ellos. Fue bautizada a los pocos días de su nacimiento, el 18 del mismo mes, en la Iglesia Parroquial de su pueblo natal, San Martín Obispo, y confirmada en la Iglesia Parroquial de los Stos Juan Bautista y Evangelista de Catral, el 13 de marzo de 1947.

Comenzó su postulantado en Orihuela, el 6 de agosto del 1957 y en el mismo lugar inicia su noviciado el 17 de abril de 1958. También allí profesa el 18 de abril de 1959 y hace sus votos perpetuos el 29 de julio de 1965. Las Bodas de Plata las celebró el año 1984 en San Juan de Alicante.

Hna. Trinidad era muy trabajadora, incansable y con gran sentido de responsabilidad a sus deberes. Estas grandes cualidades eran como una moneda de dos caras porque la hacía exigente con ella misma y con las demás; cosa que a algunas Hermanas les parecía “demasiado” y no les caía bien, por lo que la evitaban o buscaban no cruzarse con ella para no caer en confrontaciones.

A ella le gustaba que todo estuviese bien realizado, casi perfecto, y todo lo que estaba bajo su responsabilidad así lo hacía, dejando todo impecable.

Era una mujer de carácter bastante fuerte, que en muchas ocasiones exteriorizaba; pero a pesar de ello, era muy cercana y cariñosa con las que se acercaban a ella con espontaniedad. Se dejaba querer y cuando las circunstancias lo requerían, se hacía defensora y protectora de las personas que veía actuaban de buena voluntad. Se interesaba por las noticias de los familiares de las Hermanas y se aseguraba de que se comunicaran y recibíeran noticias de ellos.

Sensible ante el dolor ajeno, sorprendía cómo percibía, en mitad de la noche, cuando alguna hermana emitía el mas leve quejido (pues por su enfermedad no podía expresarse), y avisaba inmediatamente a las auxiliares para que se acercasen a verla pues sabía que algo le pasaba.

Preguntaba con mucho interés por la salud de las hermanas, en especial de aquellas que estaban más enfermas y oraba por ellas con insistencia; siempre se preocupaba por los problemas de las personas que conocía, trabajadoras/es, hermanas y familiares.

En sus últimos años de vida y debido a sus problemas de salud, no podía participar en la oración comunitaria, pero se aferraba fuertemente a su rosario y elevaba al Señor esta oración por las personas que más lo necesitaban y por las situaciones más difíciles que a veces sucedían en nuestro país, o en otros donde está presente nuestra Congregación.

A pesar de su enfermedad, se aferró fuertemente a la vida, pero no pudo superar los problemas de salud. Es comovedor y edificante verla en las últimas semanas de vida, presenciar cómo el Señor, “que la sondea y la conoce, que penetra sus pensamientos y distingue sus caminos”,  la iba preparando de una manera entrañable para su encuentro con Él. Manifestó su deseo de recibir la Unción de Enfermos, con el anhelo de que la encontrase preparada. Una vez más, hacemos nuestra, la oración del salmista “Tu has creado mis entrañas, me has tejido en el seno materno. Te doy gracias porque me has plasmado portentosamente, porque son admirables tus obras; mi alma lo reconoce agradecida”       (Sal 139:13-14).

En las diferentes comunidades por las que pasó realizando la misión a ella confiada, dejó testimonio de una vida totalmente entregada, haciendo todo con tesón, sin dejar nada a medias y  tanpoco permitía que otras las hicieran así en su presencia. Estuvo en las comunidades de: Elda (Alicante), Tarrasa (Barcelona), Lloret de Mar (Gerona), Seminario de Orihuela (Alicante), Casa Madre (Orihuela) y Residencia de San Juan (Alicante), donde estuvo los años 1980 hasta 1987, para después regresar en 2012 hasta que Dios la llamó para sí.

Gracias, Hna.Trinidad, por tu ejemplo de fidelidad, de confiar sólo en Dios: “Te basta mi gracia: la fuerza se realiza en la debilidad. Por eso, muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo”  (2 Cor 12:9). Descansa en paz.