Hna. Alicia Moreno Martín

Quién morará en tu monte santo…
sólo el de conducta intachable que practica la justicia
y de corazón dice la verdad;
que no calumnia con su lengua,
que no le hace mal a su Prójimo
…”.
(Salmo 15,2-3)

Queridas Hermanas:

Con la confianza de que habita en la presencia de Dios, su Señor, os comunicamos que el pasado 26 de junio de 2022, desde la Comunidad de “Ntra. Sra. del Carmen”, en Casa Madre (Orihuela), Dios Padre llamó a nuestra Hermana

Carmen Josefa Moreno Martín
En religión: Alicia

Nacida en Churriana de la Vega (Granada), el 24 de julio del año 1932, era hija de Antonio y Sofia, de cuyo matrimonio nacieron doce hijos, siendo nuestra Hermana la última de ellos. Fue bautizada al séptimo día de vida, el 31 del mismo mes y año, en la Iglesia Parroquial de Churriana de la Vega de su pueblo natal y confirmada años después, el 17 de junio de 1949, en Orihuela. De los doce hermanos 5 fueron religiosos.

Comienza su postulantado en Fuente de Cantos (Badajoz), el 12 de septiembre de 1947, y su noviciado el 24 de junio de 1949 en Orihuela, donde también profesa el cinco de diciembre de 1950. En el mismo lugar hace sus votos perpetuos el 30 de agosto de 1956. Celebró sus Bodas de Plata el 2 de abril de 1975 en Orihuela y las Bodas de Oro el 29 de abril de 2000 en Granada.

Enfermera por vocación y profesión, dedicó muchos años de su vida al cuidado de los enfermos, a los que se entregaba con mucho esmero y dedicación. Esta tarea apostólica la compaginó con otras obligaciones comunitarias que le fueron asignadas, como responsable y ecónoma de la comunidad. Así mismo, desempeñó otros apostolados, tanto en España: Sax, Ricote, Granada, Paradas, Badajoz, Bacor, como en otros países: En Portugal Couço y Estremoz; en Francia Pau y Agen. Finalmente, ya delicada de salud fue trasladada desde Granada a Casa Madre (Orihuela) el año 2013, donde ha permanecido hasta que nuestro buen Dios se la llevó consigo.

Muy religiosa y Carmelita, era un alma grande muy enamorada del Señor. Gozaba inmensamente alabando a Dios mediante la oración litúrgica y tenía gran sensibilidad para los himnos y cantos, lo que para ella eran su mejor modo de oración y alabanza al Señor.

Como buena enfermera, se sentía vocacionada a cuidar a las personas y lo hacía con gran esmero y sensibilidad, intentando llegar a la necesidad del otro, ya fuera un enfermo o un pobre necesitado, o una hermana de Comunidad. Cualquier persona que se encontrase con ella la encontraba disponible.

Hna. Alicia siempre fue una Hermana muy acogedora y cercana con todas las personas, especialmente con los jóvenes. En sus años de actividad pastoral siempre estuvo rodeada de ellos y a ellos les gustaba compartir inquietudes con ella. Era incansable en su interés por la promoción vocacional y de este empeño pudo obtener frutos concretos.

Durante los muchos años de servico activo, demostró su gran talla como mujer y como religiosa. Era muy prudente en su trato y su presencia trasmitía seguridad y paz. Muy educada y respetuosa, de comedidas palabras y actuaciones, demostraba que era una religiosa de cuerpo entero. Mujer noble y honesta, sin doblez y de pocas palabras, era portadora de una mezcla de jovialidad, sencillez y bondad. Se hacía de respetar a la vez de querer.

Se mostraba muy humana en el trato con todos; acogía con mucha sensibilidad y delicadeza cada persona en su situación real. Se alegraba con el gozo de cada una y sufría con las que estaban pasando por momentos de dificultad o de crisis. Estaba asombrada por el gran misterio de amor de Dios para con ella, desde el seno de su familia de sangre, hasta la extensión de la gran familia del Pueblo de Dios, pasando por la Congregación y la Orden, con la que siempre tuvo un gran sentido de pertenencia.

En la pastoral social parroquial era el motor de entrega de la comunidad, en la gozosa a la vez sacrificada entrega a Dios, a través de las personas necesitadas. Su caridad no tenía límites ni medida de tiempo o de sacrificio. No tenía pereza de lanzarse a lo que fuera, con tal de que a los pobres no les faltara, lo más básico. Llena de ilusión y de fuerzas se comprometía totalmente con las muchas necesidades que encontraba; pasaba días enteros ayudando a subsanar todo que podía, con mucha abnegación y sacrificio.

Hermana Alicia era de estas personas en las que, la apariencia, dista una enormidad de lo que ellas son realmente por dentro y son capaces de hacer. A pesar de su aspecto señorial, se movía con mucha agilidad y precisión a la hora de realizar los trabajos domésticos así como en la cocina, preparando multitud de platos “como si no hiciera nada”; decía con gracia que en el Noviciado la enseñaron muy bien.

Asumió con elegancia y entereza la ancianidad y las limitaciones propias de su salud que comenzaba a resquebrajarse, todo un ejemplo de optimismo y a la vez de resignación. Con su innata prudencia procuraba no inmiscuirse en lo ajeno, más bien huía de ello, para así esquivar roces y problemas innecesarios; pero, sobre todo, para evitar entrar en cualquier conversación poco edificante. Siempre hablaba con mucho respeto de los demás, valorándolos y no juzgando las acciones de nadie. Mientras podía moverse por sí sola, participaba en los Cursillos y Charlas que impartían para la Tercera Edad y así llenaba su tiempo con actividades sanas y provechosas; siempre tenía en las manos algo para leer.

Últimamente, cuando ya estaba muy limitada y debilitada, fue todo un ejemplo de resignación y paz ante la enfermedad y también de comprensión ante la falta de consideración o el desprecio, de los que tampoco se vió privada.

Hna. Alicia nos ha dejado un gran testimonio como buena religiosa, observante, fervorosa, disponible, servicial, ordenada, muy precisa y totalmente entregada a Dios y a los hermanos, hasta los últimos días de su vida. A la pregunta ¿Cómo estás Alicia? Siempre contestaba: “al gusto de Dios”. Y así, al gusto de su Dios, se fue apagando, silenciosamente, sin ser gravosa para nadie.

¡Gracias, Hermana! Tú paso por la tierra y también en nuestras vidas, ha dejado intensas huellas que marcan… Desde el precioso lugar que el Señor te tenía reservado desde siempre en el paraíso, intercede por todas las que te hemos conocido y compartido parte de tu vida. ¡DEP!