Hna. Altagracia Bello Gómez

 

Concédeme, Señor y Dios mío, que de tal manera yo me transforme en Ti, que no me quede
más corazón que para amarte, ni más espíritu que para servirte; muera en mi todo amor propio,
todo afecto a las criaturas de suerte que no haya en mi más Amor que corresponder
amando a quien con tanta ternura me ha amado” (PLAN DE VIDA 1965)

Queridas Hermanas:

Con la convicción profunda de que ya su alma descansa en Dios, su Amado, os comunicamos que el pasado 7 de junio de 2023, desde la Comunidad de “Santa María del Monte Carmelo”, en Santo Domingo, República Dominicana, Dios Padre llamó a nuestra Hermana,

 Nuri Margarita Bello Gómez
En religión: Altagracia

Nació en Baní, Peravia (RD), el 23 de noviembre de 1933, hija de Ángel Gustavo e Isabel Emilia, de cuyo matrimonio nacieron ocho hijos, siendo nuestra Hermana la última de ellos. Recibió el sacramento del Bautismo el día 21 de noviembre de 1938 en la Iglesia Parroquial Nuestra Señora de Regla de Baní, Arquidiócesis de Santo Domingo.

Comenzó su postulantado en la Congregación el 3 de octubre del 1954 en la capital, Santo Domingo. El noviciado lo inició el 7 de julio de 1955 ya en la Casa Madre de Orihuela (España) donde también profesó el 12 de julio de 1956. Sus votos perpetuos los hizo el 15 de agosto de 1961, de nuevo en Santo Domingo (RD). Las Bodas de Plata las celebró el 12 de julio de 1981 en Orihuela y las Bodas de Oro el 12 de julio de 2006 en Sumatera (Indonesia).

Indudablemente Hna. Altagracia era una persona excepcional, un “alma grande”, profundamente enamorada de Dios, que procuraba vivir en íntima unión con Él, con el único anhelo de amarle y servirle. El Altísimo la había dotado con singulares dones para la misión que le tenía encomendada y, nuestra Hermana, supo responder a ellos con absoluta fidelidad.

Se puede afirmar que en ella, en su personalidad, no había compartimentos desencajados. Todo estaba armonizado hacia su único ideal: ser para Dios. Por eso, cualquier tarea que realizara estaba enfocada hacia ese fin, pareciendo incluso que “espiritualizaba” en exceso sus quehaceres. Sin embargo, lo que sucedía realmente, era la manifestación armónica entre sus cualidades humanas, tanto intelectuales como morales, y la dimensión de su espíritu iluminada por la fe.

La persona buena, de la bondad que atesora en su corazón, saca el bien…; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca” (cfr Lc 6, 45), y no sólo la boca, sino también y mucho más, su porte, sus palabras, sus acciones… su vida toda.

En su compañía, ya fuera esporádicamente, como conviviendo con ella en comunidad, se tenía clara la sensación de estar con una persona “con autoridad”. Sin que lo pretendiera, su presencia ejercía un influjo muy particular, que te invitaba también a hacer salir lo mejor de ti misma. No era posible quedar indiferente ante esa “presencia”. De ahí que, su responsabilidad en los diferentes cargos que ocupó, también la llevara a cabo con toda naturalidad, pues era como algo innato en ella.

Era una persona tocada por Dios, una gran mujer de Dios, que Lo amaba sobre todas las cosas y que contagiaba este amor a las personas que tenía a su alrededor. Amaba a la Iglesia profundamente, amaba a la Congregación con un profundo sentido de pertenencia y amaba a las Hermanas, a muchas de las cuales dedicó mucho tiempo de su vida a acompañarlas en la dirección espiritual. Con su testimonio de vida entregada gozosamente, su delicadeza, ha ayudado personalmente a muchas en el cultivo de las virtudes y en descubrir o secundar con fidelidad y perseverancia, el plan de Dios sobre cada una.

Religiosa de cuerpo entero, vivió los votos religiosos con mucha radicalidad; repetía constantemente “Nunca le he negado nada a Dios de lo que me ha pedido”. Extremadamente austera, viviendo tanto en Casa Madre como Madrid, cuando necesitaba alguna prenda, su boutique era la ropería de Casa Madre, heredaba y gastaba la de las Hermanas que ya han partido al Cielo.

Por su capacidad y conocimiento de la Vida y Misión de la Congregación en la Iglesia que, tras la celebración del Concilio Vaticano II, se vio impulsada a una profunda revisión y reformulación, trabajó intensamente en esta reflexión y en la elaboración de los nuevos textos de las Constituciones postconciliares, así como en otros documentos de actualización del Carisma-Espiritualidad de la Congregación. Así mismo, realizó multitud de cursos en relación a esta materia, así como también impartió Ejercicios Espirituales a las Hermanas en varias ocasiones.

Tuvo especial sensibilidad y exigencia personal en cuidar la formación tanto inicial como permanente en la Congregación. Con esmero se dedicó no solo a preparar buenos programas de formación, sino que también estuvo acompañando y preocupándose por su implementación en la realidad de cada país donde nos encontrábamos.

Santa mujer, noble, honesta, sin doblez, con su bondad, dulzura, jovialidad, sencillez y trato delicado, pasó haciendo el bien no solo a través de las Comunidades donde estuvo viviendo en República Dominicana: Hato Mayor, Santo Domingo (Casa Central, Casa de Oración, Casa de Hermanas Mayores), Santiago; en España: Orihuela – Casa Madre y Madrid; Timor (Dili);  Indonesia (Malang, Sumatera), sino también, a través de todas las Comunidades de la Congregación en el mundo, por los cargos de responsabilidad que asumió durante muchos años.

En la historia de nuestra Familia Religiosa, nuestra Hna. Altagracia ha dejado una huella singular, personalísima e intransferible, de enorme trascendencia, de gran ayuda en nuestra trayectoria y de un enorme valor en el crecimiento de nuestra razón de ser en la Iglesia, de nuestra colaboración en el crecimiento del Reino de Dios y de nuestro servicio a los hermanos, especialmente a los más desfavorecidos de la sociedad.

¡Gracias, Hna. Altagracia! Tu paso por la tierra especialmente en nuestras vidas, ha dejado intensas huellas imborrables … huellas muy especiales del inmenso Amor de Dios que tu experimentaste de manera excepcional. Desde la calma del paraíso bendito que el Señor te tenía reservado desde siempre, intercede por todas las que te hemos conocido y compartido contigo un corto o largo trecho del camino de tu vida. ¡DEP!


Elogio a Hna. Altagracia Bello Gómez

Baní, 23 – 11 – 1933      + Santo Domingo, 07 – o6 – 2023

Dada la singularidad de la persona de Hna. Altagracia Bello, se hace necesario este complemento de su necrología, para dejar constancia del itinerario en el que se desenvolvió su apostolado y servicio interno a la Congregación, a lo largo de sus 67 años de vida religiosa:

Una vez realizada su Profesión temporal, el 12 de julio de 1956, Hna. Altagracia regresó a su país natal, formando parte de la comunidad de Hato Mayor, hasta 1965. Aquí llevó a cabo su apostolado en el Colegio como maestra y también en el servicio de cocinera. Pasó después al Colegio de la Capital, Santo Domingo, en donde compaginó su actividad docente, con los estudios hasta alcanzar la Licenciatura en Educación. Desde 1969 hasta 1975 continuó en Santo Domingo, primero como Directora del Colegio y Superiora de la Comunidad, ostentando también, desde 1972 hasta 1975, el cargo de Delgada Regional de Antillas.

Fue en el Capítulo General de 1975, celebrado en Orihuela (Alicante), al que asistió por derecho, cuando resultó elegida Consejera General. A partir de este momento y hasta el año 2005 su vida y misión se desenvolvió desde España –primero en la Casa Madre y después en Madrid- en diferentes responsabilidades dentro del Gobierno General, así como realizando visitas oficiales a las comunidades, en todos los países donde estamos presentes. A lo largo de estos largos 30 años de eficaz servicio y entrega incondicional, desempeñó los cargos de: Consejera General (1975 a 1987), Superiora General (1987 a 1999) y Vicaria General (1999 a 2005).

Una vez finalizada su misión como miembro del Gobierno General y tras pasar una temporada en la Vicaría de Timor-Indonesia colaborando en la formación, fue trasladada a la República Dominicana, en el año 2007, compartiendo su vida como miembro de las comunidades de la Casa de Oración, Casa Central (como Consejera Regional) y Santiago de los Caballeros. Finalmente, dadas sus limitaciones físicas, pasó definitivamente a formar parte de la comunidad de Hermanas Mayores en la Capital, donde, tras sufrir una grave caída y un ACV, permaneció varias semanas en estado grave, siendo hospitalizada repetidamente. Así el Señor terminó de prepararla para el abrazo con Él en el Reino, llevándosela consigo el día 7 de junio de 2023.

Junto con los datos biográficos y este pequeño repaso a la trayectoria histórica de Hna. Altagracia, con gran satisfacción y agradecimiento, deseamos despedir esta nueva entrega de nuestro Boletín interno “VINCULO”, publicando algunos de los testimonios que nos han llegado sobre la insigne figura de nuestra Hermana, como homenaje a la que, durante tantos años, dedicó su vida al servicio de la Congregación, desempeñando desde los más humildes servicios, hasta las más altas responsabilidades.

  • En su familia la llamaban cariñosamente Nena: “Tía Nena para mi es, y será siempre, mi tía más adorada; hablo en presente porque para mí Ella está aquí con nosotros. Deseaba siempre que viniera de vacaciones aquí a la casa, porque ella me trasmitía una gran paz. Me gustaba siempre hablar con ella por su dulzura, suavidad y esa luz en sus ojos… me animaba a tener paciencia y no desesperar porque Jesús está conmigo… me enseñó a orar y Amar a Jesús y a la Santísima Virgen María. Cada vez que me veía agobiada por alguna situación difícil, ella estaba siempre ahí para nosotras. Tía Nena es un ser lleno de luz y llena del amor por Jesús, familiar, dulce, cariñosa, sabia escuchar, además del don del servicio a los demás lo cual era muy importante para ella. Tía Nena me entregó hace algún tiempo su álbum de fotos familiares, una cinta con la voz de abuela y varios recuerdos más. Siempre estará en mi corazón y en mis recuerdos. Orgullosa de todo lo que hizo por su comunidad… Gracias a todas ustedes, Hermanas, por amarla tanto”. (Miguelina-sobrina)
  • “Hermana Altagracia, desde que la conocí, me inspiró paz y admiración. Ejemplo de una persona amable, educada, acogedora, inteligente y sobre todo muy agradecida. Me hacía sentir especial a pesar de que su relación con todo el que la rodeaba era de mucho cariño. Escuchaba mis situaciones difíciles… y sentía que era capaz de transmitirme un poco de su fe en Dios. Me transmitía mucha tranquilidad cuando le solicitaba oración por dificultades familiares. Me daba cuenta con el paso del tiempo que lo que me decían mis tías era verdad, sus oraciones eran especiales y lograba en mi el abandonarme en las manos de Dios y orar en consonancia con ella. Mujer tierna y de una espiritualidad profunda que irradiaba luz y fortaleza.” ( Taveras – sobrina de las Hermanas Taveras).

Más testimonios de muchas Hermanas y del Padre Chacón su confesor y director espiritual, que le administró los santos oleos:

  • Citando la canción del padre jesuita Cristóbal Fones: ’Jesús enséñame tu modo de hacer sentir al otro más humano, que tus pasos sean mis pasos, tu modo de proceder’. Me atrevo a asegurar que esa canción fue una realidad vivida por la Hna. Altagracia, ‘Hacer sentir al otro más humano’, que los pasos de Jesús fueron su modo de proceder y ese buen trato fue lo que ella irradió a todas las personas que compartían su vida y misión, empezando por los niños hasta los mayores, en todas las partes del mundo donde vivía o que visitaba. Nos ha dejado un vacío y ya la estamos echando mucho de menos, pero nos quedamos con su testimonio de entrega fiel.
  • Persona profundamente humana, alegre, cariñosa, comprensiva y dulce, con una capacidad extraordinaria de escucha, cantaba muy bien y bonito y también disfrutaba bailando un… ¡buen merenguito!.
  • Persona de oración, contemplativa, siempre nos ha llamado mucho la atención, la unción de ella en su oración personal y comunitaria. Después de su caída, desde el primer viaje en camino hacia el Hospital, hasta meses más tarde cuando perdió el habla, no se cansaba de orar e invitar a las personas de su alrededor orar con ella.
  • Persona tan llena de Dios, que para mucha gente era una verdadera santa; estaba preparada para ir al encuentro de su Amado, decía “Yo a esta edad, ya no puedo hacer lo que quiera, yo me voy a entregar como una niña, un bebé”. Fina hasta no poder más, en los últimos momentos no quería que sufriéramos, su semblante de tanta paz y gozo profundo nos hizo entender que ella estaba contenta y lista para irse y que iba a estar bien.
  • Altagracia es una gracia de Dios para muchas, tenemos un ángel en el cielo, es la persona que Dios puso en nuestro camino, para aumentar nuestra fe, para vivenciar el ejemplo y experimentar como debe de vivir una persona consagrada. Terminó su caminar por este mundo tal como lo había vivido: “edificando a los demás”.

Tenemos la firme confianza de contar con una muy especial intercesora, desde el Carmelo del cielo, en los difíciles momentos históricos que nos está correspondiendo vivir, tanto en la sociedad, como en la Iglesia. Que Hna. Altagracia nos alcance el don de la fidelidad hasta el final de nuestros días, tal como ella lo vivió. D.E.P.

 

GUSTAD Y VED QUE BUENO ES EL SEÑOR,

DICHOSO EL QUE SE AGOGE A ÉL (Sal 34,9)