Hna. Angélica Soto Linares

“… Señor, Dios mío, confío en tu misericordia:

Mi alma gozará con tu salvación,

y te cantaré por el bien que me has hecho …”

(Sal 13:6)

Queridas Hermanas:

Seguras de que ya el alma de nuestra Hermana está gozando de la salvación de su Dios, os comunicamos que el pasado día 7 de febrero de 2024, desde la Comunidad “Ntra. Sra. del Carmen” de Orihuela, Casa Madre, Dios Padre llamó a nuestra Hermana

Francisca Soto Linares 

En religión: Angélica

Nacida en Churriana de la Vega (Granada) el 6 de febrero de 1925, era hija de Enrique y Ángeles, de cuyo matrimonio nacieron nueve hijos, siendo nuestra Hermana la cuarta de ellos. Fue bautizada a los dos días de vida, el 8 de febrero de 1925 en la Iglesia Parroquial de Los Santos Justo y Pastor de su pueblo natal, donde también fue confirmada el 11 de junio de 1935.

Todas las etapas de su formación las hizo en Orihuela: comenzando con el postulantado, el 7 de octubre del 1954; el noviciado el 12 de mayo de 1955; y la primera profesión el 18 de mayo de 1956.

Después de la primera renovación de votos (en 1957) fue destinada a Estremoz (Portugal). Más tarde, haría sus votos perpetuos en Orihuela, el 12 de septiembre de 1961. Las Bodas de Plata las celebró en Grottaferrata (Roma) el 24 de mayo de 1981 y las de Oro el 8 de diciembre de 2006, en Orihuela.

Hna. Angélica nació en el seno de una familia de destacado buen prestigio entre sus convecinos. Sus padres, como modelo de padres cristianos, vieron a cinco de sus hijos consagrados al Señor en la Vida Religiosa: un sacerdote jesuita, y otro en la Cartuja y tres religiosas: una Agustina, otra Cartuja y nuestra Hna. Angélica, carmelita.

Siendo trabajadora del Sanatorio de La Purísima en Granada, confidenciaba que, ingresó en nuestra Congregación para consolar a la Madre Superiora de aquél entonces, pues lloraba de tristeza por la salida de una Hermana. Le dijo: “Madre no llore más, porque, en su lugar, voy a estar yo”. Y así fue; y nunca se arrepintió de aquel “ímpetu”, que para ella fue obra de Dios. Por eso afirmaba: “siempre he sido feliz en la vida religiosa, he querido mucho a la Congregación y a todas las Hermanas con las que me he encontrado. Cada Hermana era una gracia especial y un don de Dios . Siempre he estado a gusto en todas las Comunidades por donde pasé, he sido feliz con todas las Hermanas, he querido mucho a todas y siempre me he sentido querida por todas”.

Gran parte de su vida apostólica la dedicó a los ancianos y enfermos, aunque también estuvo al servicio de los Seminarios de Orihuela y Tiana en Barcelona, durante trece años. Pasó haciendo el bien por las diferentes comunidades de Portugal (Estremoz, Benavila, Aguada de Cima y Santo Antonio dos Cavaleiros), de Italia (Nápoles y Grottaferrata), de España (Orihuela Seminario y Tiana Seminario). Últimamente, ya jubilada en Casa Madre, mientras su salud se lo permitió, siguió prestando sus servicios ayudando a los quehaceres de la comunidad. Aquí permaneció, desde el 28 de octubre del año 1999, hasta que nuestro Buen Dios se la ha llevado consigo.

Muchas hermanas, personal de las clínicas o residencias, ancianos, enfermos y sus familiares, que la conocieron, o que convivieron con ella, afirman que era como “los cascabeles” o “las castañuelas”, portadora de continúa alegría, fiesta y buen ambiente. Su presencia mantenía alejadas las penas y tristezas que alguien podría tener. Era bien edificante compartir la vida con ella. Muy sociable y bondadosa, se hacía en seguida con la gente.

Como buena religiosa carmelita, tenía empeño por vivir en fidelidad todo lo que el Señor le pedía, sin regatearle nada. Persona orante, ferviente en sus momentos de estar con el Señor y muy dada a la comunidad; fiel a los horarios comunitarios y esforzada en crear comunidad. Sensible, atenta, amable, generosa, simpática y cariñosa con todas. Vivía y servía con alegría de forma desinteresada e incansable.

Hna. Angélica era una mujer silenciosa y de pocas palabras pero siempre nos regalaba una sonrisa. Entre sus cualidades sobresalía en la alegría de servir a todos. Tenía gran habilidad de hacer prendas de ganchillo y le gustaba regalar sus trabajos para los niños de empleadas y también para las Hermanas.

Nuestra Hna. Angélica siempre fue una buena Religiosa, de fe sencilla y profunda, fervorosa en todos los actos litúrgicos y muy en especial en la Eucaristía. Se sentía felicísima por estar inscrita en OBRAS DE LAS MISAS PERPETUAS EN HONOR DE LA STMA. TRINIDAD. Gozaba enseñando a todos, el Documento muy bien enmarcado, donde aparecía su nombre, y decía que perpetuamente le serían aplicadas 3.285 misas anuales, durante toda su vida y también después de su muerte.

Gracias Hermana Angélica, vas a permanecer para siempre en nuestros corazones con tu semblante agradable, bondadoso y de paz … tú, que durante toda tu vida has alabado al Señor con tu entrega y fidelidad, intercede ante Él por todas las que hemos tenido la dicha de compartir parte de tu vida. ¡Descansa en paz!