Hna. Elodia González Galindo

Brille así vuestra luz ante de los hombres,
para que vean vuestras buenas obras
 y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos.
 (Mat. 5:16)

Queridas Hermanas:

Con la convicción profunda de que ya su alma descansa en Dios, su Salvador, os comunicamos que el pasado 3 de abril de 2023, desde la Comunidad “Nuestra Señora de la Providencia”, en Tales (Castellón), Dios llamó a su presencia a nuestra Hermana,

Encarnación González Galindo
En religión: Elodia

Nació en Cúllar Vega (Granada) el 19 de julio de 1929; hija de Antonio y Elodia, de cuyo matrimonio nacieron cinco hijos, nuestra Hermana fue la segunda de ellos. La bautizaron el día 28 del mismo mes y año en la Iglesia Parroquial de la Sta. María de la Asunción de su pueblo natal, y allí recibió la Confirmación unos años después, el 26 de mayo de 1940.

Comenzó su postulantado el día 12 de marzo del 1954 en Orihuela, donde seis meses después inició el noviciado el 12 de septiembre y profesó al año siguiente el 29 de septiembre de 1955; en este mismo lugar hizo sus votos perpetuos el 12 de septiembre de 1961. Sus Bodas de Plata las celebró en Roma el 29 de septiembre de 1980.

Muy cumplidora de su deber, en las diferentes comunidades por las que pasó realizando la misión a ella confiada, dejó testimonio de una vida totalmente entregada, haciendo todo con agrado, generosidad y unción, sin dejar nada a medias y si había algo que no sabía, se las ingeniaba y sacaba adelante, era muy creativa. Estuvo en las comunidades de: Clínica Platón (Barcelona), Clínica Provenza (Barcelona); Italia (Nápoles, Roma y Portici), y Tales (Castellón) donde vivió los últimos años de su vida, desde el 2011 hasta este momento en el que Dios la ha llamado para sí.

Era una mujer de carácter fuerte, a la vez que alegre, jovial y acogedora; se hacía de querer por las personas con quienes compartía su vida y misión. Era muy amante de su familia, les cuidaba mucho, y les daba un continuo seguimiento a todos sus miembros. También era muy amante de su Comunidad. Estaba siempre pendiente de los detalles, trabajaba mucho confeccionando “regalitos”. Era muy hábil en las manualidades, y además las sabía enseñar muy bien.

Hna. Elodia era una persona muy dada a la gente. Tanto en su misión, como buena enfermera, como en su misión de Catequista en la Parroquia, se entregaba de lleno y toda la gente la quería. Tenía buena convivencia con todos, sin acepción de personas, los trataba con cercanía y familiaridad. Algunas Hermanas lo resumen así “Hna. Elodia era muy de su familia de sangre, muy de su familia religiosa y muy de la gente. Hasta hoy día, mucha gente de las Clínicas y de la Parroquia siguen preguntando por ella”.

Tenía alma misionera; trabajaba mucho por las misiones. Oraba mucho por los misioneros, los sacerdotes y su Congregación. Le gustaba mucho la Liturgia, la preparaba con fervor. Era muy reflexiva; meditaba, profundizaba y rumiaba mucho la Palabra de Dios, así como también las charlas que escuchaba y las meditaciones de sus Ejercicios Espirituales.

Si alguna característica más puede definir el perfil espiritual de Hna. Elodia es su profundo amor a María. Le salía por todos los poros y sabía de memoria largas poesías que recitaba en voz alta con todo fervor.

De sus manuscritos podemos encontrar algunas reflexiones muy profundas que nos pueden servir de ayuda:

  • Después de 50 años de Vida Religiosa en la Congregación, todavía queda mucho camino. Tenemos que vivir en camino, Dios a lo largo de tu vida tantas veces te pedirá que salgas de tu tierra, de tus costumbres, de tus seguridades, de la tierra en la que estás más o menos instalada; invitándote a salir y avanzar, hacia donde Él quiera. No importa que sea tarde, porque cuando Dios te lo hace ver “es tu hora”.
  • Las paredes de nuestras almas y nuestras vidas son de cristal; si estás bien en tu interior reflejarás bondad de cara afuera; si tienes paz comunicarás paz. Si estás unificada interiormente, crearás comunión.
  • Vive feliz, vive en paz. Que nadie te altere, que nada sea capaz de quitarte tu paz. Haz que brote y conserva siempre en tu rostro una dulce sonrisa, reflejo de la que el Señor claramente te dirige.
  • Quería ser como la luna, que no tenía luz propia, solo refleja la del sol. Sí, es esto lo que yo debo ser, un reflejo de la única luz: Cristo; una comunicadora del único fuego, el fuego del Amor.

Gracias Hermana Elodia, vas a permanecer en nuestros corazones con la sonrisa agradable y generosa de tu rostro … tú, que durante toda tu vida has alabado al Señor con tu entrega y fidelidad, intercede ante Él por todas las que hemos tenido la dicha de compartir parte de tu vida. ¡Descansa en paz!