Hna. Idalia Taveras Taveras

Confía en el Señor y haz el bien: habitarás tu tierra y reposarás en ella en fidelidad;

sea el Señor tu delicia, y Él te dará lo que pide tu corazón”  (Sal 37, 3-4)

 

Queridas Hermanas:

Con la convicción profunda de que ya su alma descansa en Dios, su Salvador, os comunicamos que el pasado día 29 de julio de 2023, desde la Comunidad “Madre Elisea” de Motael en Dili (Timor Leste), Dios Padre llamó a nuestra Hermana,

 

Idalia Taveras Taveras 

En religión: María Cristina

 

Nacida el 2 de enero de 1938, en Moca (Rep. Dominicana) fue hija de Arístides y Cristina, de cuyo matrimonio nacieron nueve hijos, siendo nuestra Hermana la última de ellos. Fue bautizada el 13 de mayo de 1940, en la Iglesia Parroquial “Nuestra Señora del Rosario” de su pueblo Natal.

Comenzó su postulantado el día 1 de marzo del 1964 en Santiago, R.D. y el noviciado el 23 de abril de 1966, en Orihuela (España) donde también profesó el 16 de octubre de 1967. Pronunció sus votos perpetuos en Santiago, R.D. el 8 de septiembre de 1974. Celebró sus Bodas de Plata el 16 de octubre de 1992 en la parroquia “Santo Antonio” de Motael, Dili (Timor Leste) y en este mismo lugar sus Bodas de Oro, el 16 de octubre de 2017.

Fue una mujer profundamente enamorada de Dios. En su vida y misión cotidianas supo vivir en íntima unión con el Señor, a la vez que se desvivía especialmente a por los más desfavorecidos de la sociedad. Ella tuvo bien claro, desde los comienzos de su vida religiosa, que el Señor, además de llamarla a vivir una vida consagrada a Él en plenitud, también le concedía la gracia de vivir esta entrega en la opción preferencial por los pobres, y así lo realizó hasta los últimos días de su vida.

Hna. Idalia era una persona polifacética y llena de vitalidad e iniciativas, agraciada por Dios con múltiples dones. Tras su profesión religiosa, ejerció su misión primero en la asistencia a los ancianos y enfermos, en Puerto Rico y después en el Hospital de los niños de Santiago, R.D., continuando después su apostolado en los Colegios de Baní y Santo Domingo.

En 1982 fue enviada a la Misión de Timor Leste, donde pasaría el resto de su vida. Allí, con todas las destrezas y experiencias adquiridas, junto con su ímpetu de total entrega a las personas más necesitadas, se involucró totalmente en la misión de la Congregación y de la Iglesia de Timor Leste, tanto a nivel diocesano, como en organismos del país, de ámbito nacional.

Su amor por el Carmelo, por la gran familia Carmelita, la llevó a formar los primeros candidatos de la Orden del Carmen antes de que ésta iniciara su primera fundación en Timor. También fue la fundadora, formadora y Delegada de los Terciarios Carmelitas (TOC) hasta los últimos días de su vida.

Hna. Idalia era una religiosa carmelita de cuerpo entero. Demostró su gran talla como mujer y como religiosa a través de su vivir y su actuar, por eso ganó el gran aprecio no solo del pueblo y de la Iglesia de Timor Leste, sino también de muchos organismos internacionales que depositaron su confianza en ella para llevar a cabo grandes proyectos a nivel nacional. También fue invitada a participar en varios encuentros internacionales por los cinco continentes.

Su “celo por el Dios vivo” era el motor de su anuncio y labor por la justicia y la paz en la sociedad, a la vez que motivaba su denuncia contra los poderosos que practicaban lo contrario, aplastando y matando a las personas indefensas. Era firme en sus principios, por eso, su trato y su presencia trasmitía mucha seguridad y paz a los sin voz, así como incomodidad a los opresores.

Era de mente muy despierta, valiente y a la vez astuta. Jamás permitió la práctica de las injusticias, pero consiguió la confianza del lado contrario y se lanzaba a cooperar en asuntos humanitarios y sociales para salvar y mejorar la vida de los más necesitados.

Hna. Idalia era una persona de naturaleza fuerte, se remontaba de cualquier enfermedad por más grave que fuera; tampoco quería dar trabajo, ni hacer sufrir a las Hermanas. Por eso, cuando ya dejó los cargos de responsabilidad -excepto el que tenía con los Terciarios Carmelitas-, siguió siendo muy activa, dando charlas de formación a las personas y organismos que la solicitaban. Fue también la sacristana de la parroquia de Motael, hasta el día antes de sufrir el derrame cerebral que la llevó a dejar este mundo.

Con una voluntad de hierro, a pesar de sus limitaciones de movimiento, el pasado año 2022 viajó a RD, su tierra natal, para despedirse de los suyos; daba la sensación de que presentía que pronto llegaría el día de su encuentro definitivo con el Señor, por eso se empeñó en ir y darles la alegría del encuentro y del compartir fraterno.

A esta mujer imparable, incansable y sacrificada siempre en su entrega a Él, a través de las personas más necesitadas, nuestro buen Dios, que no se deja vencer en generosidad, la premió con una muerte rápida sin sufrimiento, ya que tuvo el derrame el viernes día 28 de julio y, apenas pasadas las 24 horas, sin volver a despertarse nunca, plácidamente pasó directamente a la morada Celestial.

Hasta los últimos momentos, su vida ha sido un gran testimonio de entrega, de disponibilidad y de servicialidad. Fue una religiosa muy fiel a su Señor, siempre alegre y jovial, que acogía a todas las personas que se acercaban a ella y se hacía de querer y de confiar. Era la permanente asesora y consejera de mucha gente de todas las edades y clases sociales. Durante los cuarenta y un años de su misión en Timor, Hna. Idalia abarcó todos los campos de apostolado: formación, sanidad, familia carmelita, pastoral juvenil vocacional y pastoral parroquial, justicia y paz… Pasó haciendo el bien en su pertenencia a las Comunidades de: “Madre Elisea” de Motael durante treinta y tres años, cinco años en la Comunidad de “San José” Fatuhada y tres en la Comunidad “Ntra. Sra. de la Altagracia” de Maubara.

¡Gracias, Hna. Idalia! Tu paso por la tierra, impactando en muchas vidas, ha dejado huellas intensas e imborrables. Desde el precioso lugar que el Señor te tenía reservado desde siempre en su morada santa, intercede por todas las que te hemos conocido y compartido parte de tu vida. ¡DEP!