Hna. Mª Eugenia Ortiz Morales

Sólo en Dios  descansa mi alma porque de Él viene mi salvación;
sólo Él es mi roca y mi alcázar: junto a Él no vacilaré.”  (Salmo 62: 2-3)

Queridas Hermanas:

Dentro de su año jubilar, por la celebración de los 75 años de profesión religiosa, desde la Comunidad “Nuestra Señora de la Providencia” de Tales (Castellón), el pasado 31 de marzo de 2023, Dios llamó a su presencia a nuestra Hermana:

Eugenia Ortiz Morales

Nacida en Tomelloso (Ciudad Real), el 6 de febrero de 1928; hija de Braulio y Juliana, de cuyo matrimonio nacieron seis hijos, nuestra Hermana fue la penúltima de ellos. La bautizaron el día 16 del mismo mes y año en la Iglesia Parroquial de la Asunción de Nuestra Señora de su pueblo natal, y allí recibió la confirmación unos años después.

Comenzó su postulantado el día 2 de octubre del 1946 en Valencia. El noviciado lo inició en Orihuela el 21 de junio de 1947, donde también profesó el 1 de julio de 1948; en este mismo lugar hizo sus votos perpetuos el 27 de septiembre de 1954 y sus Bodas de Plata el 1 de julio de 1973. Sus Bodas de Oro las celebró en Madrid, el 16 de mayo del año 1998.

Alma inquieta, con carácter fuerte, pasó realizando la misión a ella confiada, en las Comunidades de: Bigastro, Alicante, Santa Pola, Elda, Orihuela, San Juan de Alicante, Granada, Barcelona, Madrid, Santo Domingo (República Dominicana), Encebras, Murcia y Tales.

 Hna. Eugenia era muy servicial y estaba siempre disponible para hacer cualquier servicio que se le pidiera, en cualquier momento. Era muy responsable más bien perfeccionista en todo lo que hacía, a la vez que era exigente con las demás pretendiendo que fuesen como ella, lo cual causaba sufrimientos por ambas partes. “Tú mi Señor y Madre mía Santísima, sois mi gran fuerza interior, para seguiros en la vida consagrada donde fuertemente me llamastéis Señor y Madre Santísima desde muy joven”  (Manuscrito s/f)

 Tenía un carácter más bien especial; cuando iba por la calle hablaba con todas las personas, y como siempre ocurre en la vida, para algunas le resultaba con gracia y para otras no. Hasta hoy día, hay gente –  desde barrenderos de la calle hasta dueños de negocios- que sigue preguntando por Hna. Eugenia.

Por su manera de ser, la convivencia del día a día con ella no era fácil y no con todas las personas se hacía entender; tuvo que sufrir muchas incomprensiones aunque también hizo sufrir. Con las Hermanas que sentía que la aceptaban tal como era, después de los desencuentros, por muy fuertes que fueran, las buscaba para reconciliarse antes de ir a la oración o a compartir la Palabra de Dios. Era honesta y sencilla.

En estos últimos meses, en los que ya su salud estaba muy deteriorada, Dios en Su Bondad la iba apaciguando y se fue apagando poco a poco hasta despertar en la Patria Celeste.

Hna. Eugenia, ¡descansa en la paz del Dios y Señor de nuestras vidas! e intercede por tu amada Congregación.