Hna. Martina Amorós Martí

Jesús quiero ser como tú.
Salí de mi casa para ser como tú …
Una persona más en medio de la gente sencilla, humilde como tú …
Jesús: enséñame a ser como eres tú …
Quiero ser una esposa para tu corazón.
Pacifica mi alma que nunca te deje solo como haces tú.
 Jesús quiero amar a mi comunidad como tú …
Amar a María tu Madre como tú.
Servir a Dios en los hombres como tú.
Señor ayúdame a olvidarme totalmente de mí, que nada pueda turbar mi paz”.
(EE, Guadix, julio 1994)

 

Queridas Hermanas:

 Con la certeza de que ya nuestra Hermana está gozando de la presencia de su Dios y Creador, empiezo esta necrología con su oración hecha vida, mientras estaba entre nosotras. Desde la Comunidad “Ntra. Sra. de la Providencia”, en Tales (Castellón), el 30 de junio de 2020, nuestro Padre Dios llamó a nuestra Hermana,

Mª Gracia Amorós Martí
En religión, Martina

Nació en Caudete, el 6 de enero del año 1923, era hija de Juan y Mª Gracia, de cuyo matrimonio nacieron seis hijos, siendo Hna. Martina la penúltima de ellos. Fue bautizada al día siguiente de su nacimiento, el 7 de enero de 1923, en la Iglesia Parroquial Sta. Catalina V. y M. de su ciudad natal y confirmada el 19 de noviembre de 1927 en la misma Parroquia.

Comienza su postulantado el 29 de diciembre de 1945 en Orihuela donde inicia su noviciado el 11 de julio de 1946. También allí profesa el 6 de septiembre de 1947. Sus votos perpetuos los hace en Tiana, el 11 de septiembre de 1953. Celebró sus Bodas de Plata el 19 de agosto de 1972 en Casa Madre, Orihuela (Alicante), y las Bodas de Oro el 16 de octubre de 1997 en Bácor (Granada).

A sus 97 años, el semblante de Hna. Martina seguía reflejando paz y serenidad, mostrando su interior sin disimulos. Sus preferencias: la Eucaristía, el Rosario, la coronilla de la Misericordia … Por no llegar tarde a la Misa, bajaba muy temprano a la Capilla a oscuras y a tientas muchas veces. Cuidaba mucho la vida sacramental, no queriendo descuidar la confesión frecuente.

El amor a María era una nota muy sobresaliente en su vida; sentía por ella una especial ternura filial, a la que se acogía como refugio seguro. Fue gran propagadora de Radio María, apóstol de su difusión y eficaz colaboradora, en la medida de sus posibilidades, encontrando en esta emisora una gran fuente de formación humana y espiritual. La alegría era otra de sus característica; le gustaba cantar, vivía la Liturgia y sentía gozo al prepararla y celebrarla. En Navidad tocaba con entusiasmo la pandereta, aunque últimamente, por su edad avanzada, ya le fallara un poco el acompañamiento rítmico.

Durante los años en que estuvo desarrollando la actividad apostólica, a la hora que fuera, estaba disponible para quien necesitara de su servicio. Su caridad con los pobres y enfermos era grande, aún con los más desagradables de tratar. Otro aspecto importante de su vida era la capacidad de relación y acogida, especialmente con las personas mayores y los niños. Sabía ser agradable y satisfacer a la persona a la que trataba. Donde estaba ella había alegría, paz, gozo. Siempre ponía esa chispa de buen ambiente. Sabía hacer vida en el acontecer diario el: “Vive Dios en cuya presencia estoy”, de nuestro padre San Elías. Pasaba largos ratos de oración en la capilla. Su amor al Carmelo y la Congregación fue muy intenso. El sentido de pertenencia a la Familia Carmelita lo vivió con un gozo sobreabundante.

Tenía gran sentido eclesial, expresado en el amor a la Iglesia, al Papa, a los sacerdotes. Siempre pedía por la santidad de éstos y por la fidelidad a su vocación. Así mismo la animaba un fuerte espíritu misionero y ponía mucho empeño en realizar actividades para recaudar dinero y enviarlo a los lugares más necesitados donde están las Hermanas.

Ya retirada en la comunidad de Tales, siguió viviendo con empeño y espíritu animoso los valores de la vida religiosa. Mientras su salud le permitía, iba al pueblo ayudar en la Parroquia y dar la Catequesis a los niños, que la querrían mucho e iban todos detrás de ella. Fiel a los actos comunitarios, a pesar de su sordera. Procuraba no perderse ninguno, aunque le resultaba muy penoso desplazarse con el andador. Valoraba mucho el tiempo, tanto para rezar como para el trabajo, no le gustaba perder un minuto.

Era diestra y hábil para las manualidades; especialmente le gustaba la pintura. Ya muy mayor, ocupaba mucho de su tiempo en pintar imágenes de la Virgen, moldeadas por ella con escayola. Tenía mucho sentido del humor y era muy picarona para salirse con la suya. En su actuar era firme y terca, constante hasta lograr lo que creía que era importante en ese momento. También la debilidad humana se puso de manifiesto en algunos aspectos de su forma de ser, agudizados en su última etapa.

La vivencia de la pobreza, igualmente, era un valor muy importante para ella y lo ponía de manifiesto en multitud de aspectos. Hasta su etapa final se esforzó por ser autónoma, se valía por ella misma en su aseo personal y cuidado de sus cosas. Estando ya muy limitada, era humilde y muy agradecida cuando se le prestaba algún servicio.

Con lúcidez, unos días antes de su deceso, recibió la Unción de Enfermos y la indulgencia plenaria, por manos de P. Antonio, O.Carm., paisano suyo, agradecido por todas las atenciones y oraciones que Hna. Martina habrá echado por él, pendiente siempre de su vocación. Se unen a este agradecimiento, muchas Hermanas y familias que han contado siempre con el apoyo de su oración. En la página trasera de sus apuntes de los Ejercicios Espirituales, tenía escrito algunos nombres de las personas por quienes rezaba. Consciente de su realidad hasta el último momento, y sabiendo que su peregrinaje por la tierra tocaba a su fin, pidió a un empleado de la casa le trajera a su niña para verla antes de morir. Y así sucedió.

Demos gracias a Dios por el don de su vida, su testimonio y su vocación al Carmelo; es una bendición que Dios nos regalara su vida para todos los que la conocimos y sobre todo para todas las que han compartido vida y misión con ella, en las comunidades donde vivió: Clínica Platón (Barcelona), Tarrasa (Barcelona), Tortosa (Tarragona), Badajoz, República Dominicana, Aspe (Alicante), Cieza (Murcia), Bácor (Granada) y desde el año 1999 en Tales (Castellón) hasta su partida al Cielo.

Que ella, que ya goza de la presencia de Dios su hacedor, de su Hijo Jesucristo su Salvador y Redentor y de su Madre la Virgen del Carmen, interceda por su familia y por el Carmelo, al que tanto amó y sirvió.