Hna. Victoria Marín Marín

Madrid, 7 de agosto de 2024

«Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,

mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti…

porque fuiste mi auxilio, y a la sombra de tus alas canto con júbilo”
(Sal 62, 2. 8)

          Queridas Hermanas:
Os comunicamos que, el día 14 de abril de 2024, durante el Tiempo Pascual de este año, fue llamada a la presencia del Dueño de la vida, desde la Comunidad “Ntra. Sra. del Carmen” de Casa Madre (Orihuela), nuestra Hermana

Victoria Marín Marín

Nacida en Alfacar (Granada), el 27 de noviembre de 1938, hija de Juan y Victoria, de cuyo matrimonio sólo nació nuestra Hermana, siendo así hija única. Fue bautizada unos días después, el 4 de diciembre de 1938, en la Iglesia Parroquial de Ntra. Señora de la Asunción de su pueblo natal y confirmada, años más tarde, el día 20 de febrero de 1950, en la misma Parroquia.

     Todo el proceso de formación lo realizó en Orihuela, empezando como postulante el 20 de julio de 1957 y continuando el noviciado el 17 de abril de 1958. En este mismo lugar hizo su primera profesión el 31 de octubre de 1959, y la perpetua el 29 de julio de 1965; ahí también celebró las bodas de Plata, el 31 de octubre de 1984 y las de oro el 17 de mayo de 2009.

     Fue una buena maestra y muy trabajadora en los primeros años de su vida religiosa, de tal modo que, hasta hoy día hay gente que sigue recordándola con aprecio y gratitud. Sin embargo, Dios en su Providencia como parte del Misterio de la Cruz que nos envuelve, permitió que, desde bien joven, nuestra Hermana evidenciara signos de una severa patología y esta enfermedad le traicionara en su voluntad, impidiéndole realizar con normalidad su vida y misión en Comunidad.

A pesar de todas sus limitaciones, ella siempre se esforzó en pasar haciendo el bien, compaginando su tratamiento con temporadas de estancia en casa de sus padres y presencia en las diferentes comunidades donde vivió: Barcelona, Badajoz, La Haba, Elda, San Juan, Granada, Tiana, Murcia (Casa de Acogida), Tales y Orihuela – Casa Madre, donde estuvo dos veces: primero durante los años 1973 hasta 1986, para después regresar en 2021, hasta que nuestro Buen Dios se la llevó consigo.

     Hna. Victoria, con la gracia de Dios, asumió su cruz y tenía inquietudes de mejorar y avanzar en su vida de entrega a Dios a través de los hermanos. Daba la impresión de que, con mucha ansia, buscaba la ayuda de un lado y del otro, tanto en los sacerdotes como en las Hermanas en las que ponía su confianza, principalmente en las Superioras; buscaba sobretodo la ayuda y el apoyo fraterno. Muchas veces manifestaba un anhelo permanente de atención y reconocimiento; de necesidad de comprensión y de ser amada como ella era realmente. Se mostraba afable y agradecida con quienes se le acercaban, la escuchaban y la querían comprender.

     Era buena persona, altruista, siempre disponible para echar una mano al que necesitaba. Era una persona sociable, se hacía en seguida con la gente del barrio y hablaba con todos. Por circunstancias familiares, y su condición de hija única, tenía que cuidar de unos bienes heredados de sus padres, lo que le suponía gran preocupación. Sin embargo, tenía preferencia por cumplir con sus deberes religiosos. Su alma buscaba a Dios con sinceridad y repetía a menudo: “Él se merece mi respuesta de amor. Vivir los tres votos construyendo la comunidad”.

     Los últimos meses de su vida, pasados en la enfermería de la Casa Madre, los vivió con gran serenidad y aceptación de su enfermedad y limitación, sufriendo con paciencia el agravamiento de su estado físico, como culminación de la subida al Calvario que la iba a identificar con Cristo crucificado.

Descansa buena Hermana, en esa paz de tu Dios y Señor que siempre anhelabas en esta vida pasajera, e intercede por todas nosotras.

Fabiola Mª Freitas Gusmão, H. Carm.
Secretaria General