No te quedes pensando en lo que has hecho, sino lo mucho que te queda por hacer. Los hay que simplemente se dedican a regodearse en lo que han hecho. Contabilizan minuciosamente sus éxitos y ahí se quedan, tan satisfechos. No les imites, es la suya una actitud autocomplaciente y cómoda que siempre resulta estéril. Tú procura mirar siempre hacia adelante y pensar en lo mucho que te queda por hacer. Esta es la actitud que importa de verdad. Una actitud humilde, decidida y autocrítica que no se conforma con lo conseguido sino que siempre quiere avanzar un poco más.
El ser humano es un proyecto inacabado, un proyecto que siempre puede ser perfeccionado, y en el que hay que invertir. No mires hacia atrás, sino hacia adelante, para continuar sin descanso la tarea de tu propia realización personal. Una realización que sólo será plena en la medida que te entregues generosamente a los demás. Y en cuestión de entrega y autodonación a los otros lo hecho no es casi nada en comparación de lo mucho que queda por hacer.
No te quedes paralizado, contemplando las obras de tu pasado, sino movilízate continuamente pensando en la inmensa tarea que todavía puedes llevar a cabo.