Nuestra misión en República Dominicana

“Nuestra misión como Carmelita es buscar y vivir la presencia del Dios vivo y verdadero y ayudar a las personas a descubrirle y a entrar en relación con El, mediante el testimonio de nuestra vida contemplativa, fraterna, sencilla, austera y solidaria, nuestra actividad apostólica y el ejercicio de las diaconías específicas del carisma carmelita, inspirándonos en la Virgen María y el profeta Elías.” (Art. 4)

“Consagradas por Dios y enviadas por Jesucristo realizamos nuestra misión profética como carmelitas desde la comunidad. Las actividades con las que nos proponemos lograr nuestro fin específico son: La formación integral de niños, jóvenes y adultos, y la asistencia a enfermos y ancianos, atendiendo con preferencia a los más pobres.” (Art. 5)

Nuestra misión en la República Dominicana, desde el inicio, el  27 de octubre 1949, está enmarcada desde nuestro ser como carmelitas, según expresan nuestras Constituciones.

El Señor desde su providencia preparó esta plataforma: nuestro país, desde su realidad de sencillez y pobreza para que la impronta de nuestro carisma germinara en este pedacito del Caribe, dentro del continente de la esperanza, América Latina. Ocupamos la parte Este de la isla de Santo Domingo, la cual  compartimos con Haití, parte Oeste.

Nuestra fundadora, Venerable Madre Elisea Oliver Molina soñó con la expansión de nuestra familia carmelita en este continente, cuando ya tenía prevista y organizada una fundación en Brasil. Pasó a la eternidad sin ver cumplida esa meta. Dicha expansión se hizo realidad más tarde fundando en Puerto Rico o “Borinquen”, el 5 de abril 1935 y desde allí hasta aquí, República Dominicana o “Quisqueya”, como les llamaban nuestros aborígenes.

La evangelización urgía y esto es lo que desde las primeras 4 fundadoras: Hnas. Lourdes Arenas Díaz, Cristina Rebato Burguero, Bernardina Griñán García y María aguayo Santiago, llevamos a cabo con el reto de continuar haciendo vida el carisma desde la novedad de cada tiempo y cada lugar: colegio Nuestra Señora de Fátima, en Baní, nuestra primera obra educativa en el país, la catequesis en los campos, el apoyo pastoral en la parroquia; más adelante la formación religiosa en el Liceo público.

Con el correr de los años y el devenir de la historia vamos respondiendo a las necesidades que surgen, gracias al abanico de posibilidades y apertura que nos ofrecen nuestras normas o Constituciones, inspirándonos en el profeta Elías, amigo de Dios, abierto constantemente a su voz para ser sensibles a las exigencias más profundas del pueblo.

Es así como en Santo Domingo, capital de la República, junto a la comunidad inicial, abren la posibilidad de una pequeña y modesta residencia universitaria para jóvenes y al poco tiempo el servicio desde la Educación, fundando el colegio Nuestra Señora del Carmen, actual Liceo-Escuela Nuestra Señora del Carmen, misión que también se proyectó en un colegio del mismo nombre en Hato Mayor del Rey, atendiendo también la pastoral juvenil, la catequesis, en el pueblo y en los campos así como la asistencia social a familias desfavorecidas.

Durante muchos años llevamos a cabo nuestro servicio desde la salud en el hospital de niños “Dr. Arturo Grullón” en Santiago, así y en el albergue infantil “Santiago Apóstol”; en este último nuestra misión terminó, así como en Licey al Medio (Santiago). Es  en Santiago donde tenemos nuestra Casa de Formación, el noviciado “Madre Elisea”, donde se forjan las futuras Hnas. que continuarán y harán presente la misión para el futuro.

Continuando nuestra expansión en el país optamos por la inserción en la pastoral parroquial en Guayubín y sus campos pertenecientes a la parroquia San Lorenzo con toda la demanda, desafío y necesidades: catequesis, botica popular, formación religiosa en la Escuela, pastoral juvenil, animación litúrgica, etc. También la inserción en el barrio Villa María, en la  Escuela parroquial San Gabriel (Santo Domingo) desde nuestro servicio educativo.

A raíz del ciclón David, que azotó fuertemente el sur del país 1979 el Espíritu nos interpeló ante los refugiados que teníamos en nuestra capilla del colegio de Fátima; surge el barrio Villa David, (Baní). Con proyectos,  otras ayudas y sus propios esfuerzos como mano de obra, logramos que tuvieran sus casitas, más tarde, una Escuela, Dispensario Médico, Escuela-Taller de jóvenes, y el Centro de Capacitación en el barrio próximo, La Saona.

Otra inquietud fue cómo propiciar un lugar para el encuentro con Dios desde una casa de Espiritualidad y aprovechando el terreno que, la comunidad fundadora en el país, habían adquirido con vistas al futuro en el sector Los Tres Ojos en Santo Domingo, zona oriental, construimos nuestra casa de Oración “Madre Elisea”.

Dentro de la realidad caribeña y latinoamericana estamos dando un testimonio profético en un tiempo marcado por las señales del neoliberalismo, la globalización y la post modernidad.

Vivimos comprometidas en la búsqueda del rostro de Dios vivo en la fraternidad y en el servicio en medio del pueblo. Hacemos propia la misión del Señor desde nuestra misión en este pueblo dominicano, con una auténtica “opción preferencial” a quienes se encuentran en una situación de mayor debilidad y de necesidad de nuestra ayuda como Carmelitas.

Prestamos especial atención en nuestra sociedad a los oprimidos, los marginados, los ancianos, los enfermos, los niños, ayudamos en la labor de catequesis y de promoción humana, en los campos y poblados de la parroquia y todos los que necesitan de nuestra misión como Carmelitas.

Finalmente el reto de abrirnos a otra cultura, que desde nuestro espíritu profético misionero latía hacía mucho tiempo, fundamos en Ansapit (Haití), pueblo fronterizo con Pedernales, compartiendo desde nuestra necesidad y pobreza, para responder a su urgencia: la atención a la salud. “La mies es mucha y los obreros pocos, rueguen al dueño de la mies que envíe obreros a su mies.” (Mt. 9, 37-38)

Con esta esperanza te invitamos a orar y compartir la misión con: nosotras. “¡Alabado sea Dios!” (M. E.)