Nuestra comunidad está ubicada en la calle Rinjani, 24. Al principio, esta fue la primera comunidad en Indonesia y se convirtió en la sede y la casa de formación de las hermanas que venían de Timor Leste e Indonesia.

 Esta comunidad se convirtió después en una residencia de estudiantes, «Maria Madre del Carmelo, que acepta a chicas que asisten a la escuela de bachiller en  S. Alberto, ubicada en la calle Dempo, en Malang. Nuestra residencia es la más cercana a la escuela, lo que la convierte en el lugar preferido de la mayoría de los padres que planean enviar a su hija a la escuela, fuera de la ciudad. La mayoría de los padres eligen nuestra residencia para su hija, además de la cercanía al centro de estudios, por nuestros valores educativos que priorizan los valores cristianos, de acuerdo con la espiritualidad y el carisma del Carmelo, como la honestidad, la disciplina y la sencillez. En este momento, la comunidad consta de siete hermanas a las que se les ha confiado diversas tareas y responsabilidades: Consejera de Pastoral de Vicaría, trabajo financiero-administrativo en dos fundaciones en Malang o estudio en la universidad. La vida de oración, fraternidad y la responsabilidad en sus diversos servicios, siempre se intenta vivir siendo fieles en los actos comunitarios, como la oración, dialogando entre sí y trabajando duro. Todas las hermanas siempre están tratando de apoyarse unas a otras, trabajando juntas y resolviendo cualquier problema que pueda surgir con espíritu de amor, perdón y diálogo.

Nuestra misión es acompañar a las jóvenes en su proceso de maduración, ofreciéndoles un ambiente de familia, acogedor y sencillo, que les facilite la vivencia de los valores humanos y cristianos necesarios para lograr el pleno desarrollo de su personalidad y de su capacidad de servicio a la sociedad.

Nuestra residencia tiene capacidad para 44 personas, estudiantes de grado 10, 11 y 12 (bachiller). Las hermanas que trabajan en el dormitorio siempre están tratando de dar un testimonio vivo a través de palabras y hechos, acentuando la oración, el trabajando duro y sirviendo a los demás con sinceridad y al mismo tiempo, manteniendo un diálogo con los padres para que las jóvenes tengan una formación integral. Nos damos cuenta que vivir en este tiempo, con la globalización y la tecnología, que ofrecen un modo de vida «instantáneo» y una actitud indiferente, nos exige el desafío de ser fieles a nuestros compromisos cristianos y carmelitas y, desde ahí, educar e impartir los valores del Reino de Dios a las jóvenes. No es una tarea fácil, pero tampoco es algo imposible. Por lo tanto, todas las hermanas siempre están tratando de vivir y enseñar una unidad de vida entre lo que se piensa y se hace, siendo creativas en el servicio que realizan.

febrero 2021