Circular nº. 10

 

Madrid, 19 de marzo de 2020

 “Sed buenas, orad mucho, levantad vuestros corazones al cielo,
de donde lo hemos de esperar todo.
(Carta N⁰.64 según la numeración de la Positio).

 

Mis queridas Hermanas en el Carmelo:

 ¡Que la paz y la esperanza en Jesús Médico Divino llenen nuestros corazones!

Os escribo de nuevo desde Madrid, – donde cuando regresé de Brasil con Hna. Fabiola Mª –  encontré que España estaba en estado de emergencia por la difusión del virus Covid-19. Aquí la vida, tanto en el país como en la capital, ha cambiado considerablemente debido a las instrucciones gubernamentales para contener la propagación masiva de coronavirus.

El viernes 13 de marzo, el presidente del Gobierno de España, anunció la declaración del estado de alarma durante 15 días para proteger la salud de todos los ciudadanos. A partir de aquél momento comenzaron a cerrar muchas actividades públicas y las tiendas, excepto las tiendas de alimentaciones, las farmacias, los bancos, las gasolineras y los estancos; aunque las actividades de las escuelas y universidades ya se cerraron desde unos días antes de la declaración. Todos los viajes no están permitidos sin una razón justificable. La Iglesia también ha tomado medidas para el bien de todos los fieles y siguió las decisiones del gobierno, suspendiendo las celebraciones litúrgicas públicas y el cierre de todas las Iglesias. Así durante ese tiempo de confinamiento estamos siguiendo la misa televisada o a través de la radio.

Como ciudadanas somos conscientes de que las restricciones tomadas por el Gobierno y la Iglesia son importantes, urgentes y necesarios para la salud pública. Superaremos esta situación de incertidumbres unidas y cumpliendo fielmente cada cual con nuestro deber y haciendo cuanto podamos.  Pedimos a Dios de la Vida para que todas las medidas tomadas, tanto por el gobierno como de parte eclesiástica, puedan contener la propagación masiva de esta pandemia que estamos viviendo.

 Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los familiares afectadas por la enfermedad, sobre todo de cuantos sufren la enfermedad de coronavirus, son a la vez nuestras tristezas y angustias, tanto personal como Congregacional (cf. Gaudium et Spes, art.1).

Como este acontecimiento afecta a todo el mundo, unos antes que otros,  por eso me pongo en contacto con cada una de vosotras, para daros nuestro apoyo y cercanía como Gobierno General a cada una de las Hermanas en todas las Vicarías y Delegación. Rezo y espero que todas estéis bien de salud y con gran esperanza para afrontar esta situación mundial, sin perder la serenidad y la confianza en la Providencia de Dios.

 Sé que en nuestras variadas realidades hemos tenido que cancelar muchas reuniones y planes. En esta situación actual tan incierta, ni siquiera es posible predecir nuestras visitas canónicas y demás encuentros. Ponemos nuestra vida personal y comunitaria, nuestras obras y todos nuestros proyectos en las manos de Dios, ya que nosotras proponemos y Dios dispone. Debemos organizarnos bien las cosas, pero toda la planificación debe ser confirmada por Dios. ¡Dios proveerá!, como siempre lo decía nuestra Madre Elisea.

Pido que todas potencien la oración, se sensibilicen y se responsabilicen socialmente, quedándonos en casa hasta que se acabe este tiempo de cuarentena. Estamos muy unidas en la oración en nuestras comunidades, pidiendo al Señor la salud para los enfermos, la fortaleza para todo el personal sanitario, y a todas las personas que trabajan en otras áreas de servicios públicos para el beneficio del bien común.

Miremos este acontecimiento con los ojos de la fe, pues, esta experiencia de pandemia se convierte en un momento de reflexión para cuidar a los demás y darnos cuenta de la realidad de las interconexiones mundial. Aunque somos y venimos de distintos sitios diferentes, pero tenemos el mismo cielo. Es hora de dejar el amor propio que solo piensa en egos personales y grupales.

Caminemos juntas en esta Santa Cuaresma viviendo la espiritualidad de “la Iglesia Doméstica”, la comunión espiritual en Cristo. En este tiempo de confinamiento, aceptemos con grandeza de corazón la oportunidad de vivir la vida espiritual sin atraparnos en las actividades espirituales, estar en silencio y soledad con Jesús para que podamos escucharle mejor y celebrar gozosamente Su Resurrección en la Pascua.

Con este mensaje, deseo a todas, en cualquier parte del mundo en la cual os encontrais, una buena peregrinación Cuaresmal en este tiempo de gracia, deseándoos que mantengáis la paz y cuidéis la salud, tanto del alma, espíritu como del cuerpo. Que San José, – el santo del silencio y custodio de Jesús y María-, nos anime a vivir la cotidianidad con el corazón puro y sencillo, y que seamos custodias de las personas en nuestro alrededor. Muy unidas en la oración y en el servicio.

Fraternalmente en el Carmelo,