Circular nº. 28

 Orihuela, 16 de abril de 2017

“En la madrugada del sábado fueron María Magdalena
y la otra María a ver el sepulcro… Jesús les salió
al encuentro y les dijo: Alegraos.
(Mt. 28, 1.10)

Queridas Hermanas:

¡¡FELIZ PASCUA DE RESURECCIÓN!!

Con estas líneas, quiero unirme a todas vosotras para compartir el gozo y la paz de Jesús, presente y vivo entre nosotras, que nos transmite una profunda alegría, después de haber seguido con Él el itinerario cuaresmal, que nos ha conducido a llenarnos de su luz que no conoce el ocaso.

Como María la de Magdala, muchas veces nos sentimos desconcertadas y sin saber “dónde se han llevado el cuerpo de Jesús”, y al no buscarlo dónde está, nos desolamos y el desaliento puede arrebatarnos la alegría del encuentro. Felizmente, Jesús se hace el encontradizo y nos llama por nuestro nombre, personaliza el encuentro con Él y nos habla con amor, como un amigo conversa con su amigo… es el momento de las confidencias, de la intimidad, y también muchas veces del desconcierto ante tanto derroche de amor y ternura del que no nos sentimos dignos. El obrar de Jesús resucitado, siempre supone la fe de que es Él quien nos encuentra, a pesar de nuestros vanos esfuerzos en prepararlo todo, salir muy temprano, preocuparnos por quién moverá la pesada piedra, porque nuestra esperanza se queda, como la de María y las mujeres, en encontrar un cadáver, para piadosamente, cumplir con lo que señala la ley en estos casos, y seguir llorando con la pena de la pérdida del Maestro. Jesús les prepara y nos prepara una admirable sorpresa. No es un muerto el que se hace presente, es Cristo vivo que quiere estar con nosotras todos los días de nuestra vida hasta el fin de los tiempos. Es el Señor que no quiere dejarnos huérfanos y nos ha prometido su presencia alentadora, su fuerza en el combate, su consuelo en la aflicción…

“María no llores más”: eso nos dice Jesús a cada una de nosotras, no sufras, no estés acongojada, “Yo soy”, “Yo estoy aquí” para acompañarte en este combate de la vida, que muchas veces, se torna oscuro y nos parece que no hay salida… No temamos, el Señor puede cambiar el luto en danzas, y nos asegura siempre un amanecer esplendoroso, porque Él ha resucitado y vive entre nosotros.

Otra alegría pascual, es tener ya entre nosotras a las Hermanas que, procedentes de las distintas Regiones de la Congregación, forman la Comisión Precapitular y ya han comenzado su trabajo. Oremos por ellas y agradezcamos este inestimable servicio que están realizando en favor de la Congregación, para recopilar y preparar el material de trabajo de las Hermanas Capitulares. Que cada una de nosotras, desde nuestros distintos lugares y servicios vivamos este acontecimiento con fe y esperanza, sabiendo el compromiso que todas tenemos en la preparación del Capítulo General. Sigamos “Oteando el horizonte y reavivemos el fuego del carisma”. Es lo que Jesús resucitado nos pide con fuerza y sopla sobre nosotras el aliento de su Espíritu para guiarnos en este trabajo en bien de la Congregación y de la Iglesia.

Que el Señor, con la fuerza de su resurrección, y María, la Reina del Cielo, nos ayuden a vivir este tiempo Pascual con profundidad y paz.

¡Feliz Pascua!

Con mi cariño y oración,