Circular nº. 9

 Madrid, 01 de marzo  de 2020

“Tiene María la gloria del Líbano, la belleza del
Carmelo del Sarón; ellos verán la gloria del
Señor, la belleza de nuestro Dios”.
(Antífona de entrada de la Eucaristía de la Solemnidad de
la Virgen María del Monte Carmelo, 16 de julio)

Mis queridas Hermanas:

¡Muchas felicidades en la fiesta de Nuestra Santísima Madre del Carmen!

Un año más el Señor nos permite gozar al preparar y celebrar estos días con gran alegría, pues recordamos y agradecemos todos los beneficios que nuestra Madre ha derramado sobre la familia del Carmelo. Este año de forma particular tenemos más presente, si cabe, a nuestros Hermanos Carmelitas, pues celebran su Capítulo General, que tendrá lugar durante el mes de septiembre en Sassone (Italia). A Nuestra Santísima Madre encomendamos los trabajos y el fruto de este acontecimiento tan importante para la Orden y para la Iglesia y, a través de nuestra oración, queremos acompañarlos.

Contemplemos a María, descubriendo en ella la belleza con la que Dios la ha revestido al elegirla para ser su Madre, y al otorgarnos a nosotros el privilegio de ser hijos suyos. La Virgen, al aceptar el don de la maternidad divina en su Fiat de la anunciación, no ha dejado un momento de ser madre de los hijos, que el Hijo desde la Cruz, le ha entregado. En Ella la maternidad es algo intrínseco a la misión que Dios le ha confiado. Por eso, María es la que nos hace presente de forma perfecta la ternura y el amor con que Dios nos ama. Nosotras, al recibirla como Madre, queremos dejarnos modelar por Ella imitando sus virtudes; queremos que Ella sea el sendero que nos conduzca al único camino, que es Jesucristo. Como pedimos en la oración colecta del día de la Solemnidad de Santa María del Monte Carmelo, suplicamos al Padre “… que venga en nuestra ayuda la intercesión poderosa de la Virgen María, para que bajo su protección, lleguemos al monte que es Cristo”. Esta es la meta, y para alcanzarla, necesitamos la ayuda de la Madre, que siempre nos cuida, que sale al paso de cada necesidad, que conoce nuestros límites y debilidades… En Ella está nuestra esperanza, pues creemos que continuamente está generando vida en cada una de nosotras y nos capacita para ser fieles a la llamada de su Hijo Jesús a alentar la vida y la esperanza en cada una y en nuestros hermanos. Es urgente levantar los ojos de nosotras mismas, de nuestras pequeñeces y críticas infructuosas que tanto daño y división producen, y mirar hacia el horizonte amplio del mundo, donde nuestros hermanos esperan que les comuniquemos a Cristo.

Hoy cantamos con gozo, que María tiene la gloria del Líbano y la belleza del Carmelo: queremos ser transparencia de su ternura, de su hermosura siendo un lugar de reposo y de encuentro entre Dios y los hombres, facilitando en nuestros hermanos la relación con Dios, no siendo obstáculo, con nuestras actitudes, para que los hombres se acerquen al Señor, más bien procuremos que la gracia de Dios circule y haga descubrir a los demás con nuestra vida sencilla y cercana, la belleza y el gozo que supone el entregarse totalmente a Jesucristo y a su Iglesia, “a ejemplo de María, la Madre del Señor, a quien como carmelitas nos consagramos de modo especial” (Const. Art.2)

Que nuestra Santísima Madre nos conceda la gracia de vivir para Dios y caminar en su presencia.

¡¡Muchas felicidades!!

Con mi cariño y oración,